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Dominancia en telefonía móvil

¿Cómo se aplica esta idea la Comisión Federal de Competencia (CFC) al análisis de la terminación de una llamada de un usuario fijo a un usuario de una red móvil, bajo la modalidad El que llama Paga?

En economía se considera que una empresa tiene mayor capacidad de influenciar un mercado conforme los bienes o servicios que produce carecen de sustitutos cercanos, lo cual impide que los consumidores cambien de proveedor de los mismos conforme perciben que los precios de mercado de la empresa aumentan en relación al de las alternativas disponibles.

¿Cómo se aplica esta idea la Comisión Federal de Competencia (CFC) al análisis de la terminación de una llamada de un usuario fijo a un usuario de una red móvil, bajo la modalidad El que llama Paga?

Primero, únicamente la red móvil a la que está suscrito el usuario de destino dispone de los medios de conmutación y transmisión para terminar la llamada en el número del suscriptor seleccionado por el usuario de la red fija. Por lo
anterior, la red fija que demanda los servicios de terminación de la red móvil, ni elige la red móvil de destino, ni dispone de alternativas para realizar dicha terminación, por lo cual no dispone de sustituto alguno.

Segundo, por el lado del usuario receptor, las estructuras tarifarias de telefonía móvil están diseñadas para competir en los mercados de usuarios finales celulares, ofreciendo la mezcla de servicios y tarifas más competitivos en el mercado, aumentando los volúmenes de trafico de las redes para aprovechar las economías de escala, y no para competir en la prestación de servicios de terminación de El que llama Paga. Asimismo, en esa modalidad, el usuario
receptor generalmente no considera las tarifas de terminación de El que llama Paga al elegir proveedor de servicios móviles, ya que el pago completo de las llamadas que recibe es realizado por los usuarios que las generan.

Tercero, paralelamente al desarrollo de El que llama Paga se han implantado exitosamente planes tarifarios móviles para grupos cerrados de usuarios (empresas, familiares y amigos) que sí son sensibles al pago que efectúa el
originador de las llamadas y que penalizan la terminación de llamadas originadas en otras redes, como es el caso de aquellos dirigidos a los usuarios comerciales de alto consumo.

Al respecto, debido a la implantación de estos paquetes, quien sí tiene la capacidad de escoger alternativas y el conocimiento de la estructura tarifaria es este usuario originador comercial quien, enfrentado en el 2007 a tarifas
finales mínimas de 1.83 pesos por minuto (producto de tarifas de terminación de 1.39 pesos y de facturación y cobranza de 0.44 pesos) por hacer uso de su teléfono fijo para llamar a un usuario móvil, y a tarifas de 0.77 pesos por minuto o menos, por hacer uso de un teléfono telular para llamar a un usuario móvil suscrito a la misma red, nunca utilizara su teléfono fijo.

Esta situación vuelve incompetitivos los servicios de las redes fijas, no por una superioridad tecnológica intrínseca de las redes móviles, sino por el establecimiento de niveles artificialmente altos de las tarifas de terminación, en una situación donde las empresas móviles tienen poder de mercado.

Esta situación se ha combatido en otros países del mundo como en Argentina, donde se estableció que las empresas celulares deberán «… abstenerse de utilizar los cargos de terminación de llamadas en red de destino para excluir
competidores del mercado», o en España donde se determinó que «Es necesario tener en cuenta que, debido al efecto de sustitución de la telefonía fija por la telefonía móvil… los precios de los servicios de cliente final no pueden
ser menores que los precios de interconexión de terminación…».

Esperemos que, cuando la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) cuente con una Declaratoria de Dominancia de la CFC firme, implemente una política de tarifas de interconexión coherente de forma tal que, sin
desincentivar la inversión en redes de telecomunicaciones, propicie un mayor grado de competencia en la prestación de estos servicios.

Fuente: El Economista, Fernando Butler Silva, México