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En riesgo, el desarrollo tecnológico nacional

Uno de los temas más cotidianos, cuando hablamos de los elementos que hacen falta a México y a sus empresas para competir en los mercados, es sin duda la necesidad de avanzar en la «modernización» del país. Suena muy amplio y lo es. Sin embargo, pocas cosas son tan claras y contundentes como el hecho de que nuestra nación cada día pierde competitividad con respecto a otros países que han iniciado desde hace años procesos integrales para modificar sus estructuras (legales, impositivas, laborales, educativas, energéticas, etcétera) y adecuarlas en un sentido que permita responder a la realidad de un mercado globalizado y descarnadamente competitivo.

Es cierto que son muchos los aspectos que intervienen para determinar el mayor o menor nivel que un país y sus empresas tienen para ser «competitivos», pero algunos son fundamentales, como lo es el nivel de desarrollo tecnológico. La tecnología se ha convertido desde hace varias décadas en una ventaja de competitividad fundamental. Las naciones desarrolladas y las que no lo son pero que han entendido el estratégico papel de la tecnología han modificado sus estructuras para promover, de manera efectiva, su uso e incrementar las capacidades de autosuficiencia e innovación en aspectos tecnológicos. En este marco se ubica también las Tecnologías de la Información (TI).

Según el Reporte Global sobre Tecnologías de la Información 2005-2006 del Foro Económico Mundial (Global Information Technology Report del World Economic Forum-WEF), México se ubica en el lugar 54 en el uso de tecnología de información, abajo de países como Chile y Brasil, que se ubican en el lugar 29 y 52, respectivamente.

El informe señala que, con excepción de Chile, «la región de Latinoamérica en su conjunto debe mejorar su marco legal para el desarrollo del sector TI, reducir las cargas administrativas, aumentar la prioridad por los gobiernos a
las TI en materia de desarrollo y en general, mejorar la calidad de sus sistemas educativos».

Además de los aspectos a cuidar que señala el reporte, existe uno que es de fundamental importancia: proteger a la industria local vinculada a la producción de TI.

En este sentido, no basta con establecer planes y programas de incentivo a las empresas exportadoras de productos y servicios en TI. Hace falta un esquema amplio e integral que permita proteger a nuestra industria e incentivar realmente la investigación y el desarrollo en la materia. Mención aparte merece la protección al desarrollo del capital humano-intelectual tan especializadoque se requiere.

Sobre este último punto, desde hace poco más de dos años México ha sido testigo de la llegada casi masiva de empresas y profesionales de la Informática, provenientes principalmente de Sudamérica, es el llamado «efecto tango
argentino».

El fenómeno ha traído consecuencias positivas, como la disminución en el costo de algunos servicios, pero paralelamente ha provocado efectos graves para muchas pequeñas y medianas empresas mexicanas que se ven imposibilitadas para competir contra los bajos costos de empresas foráneas, que llegan con personal mucho más económico y las más de las veces, sin cubrir con requerimientos legales en los campos laboral y de migración.

No obstante los beneficios que pudiera haber con esta migración, en nuestro país los recursos humanos que han llegado del extranjero no permiten la expansión de nuestro desarrollo tecnológico y por esta razón debemos trabajar en ello.

Tenemos que encontrar la sinergia de sus conocimientos con los propios y adecuarlos a nuestras necesidades. Es indispensable encontrar la fórmula que evite el desplazamiento de profesionistas locales, por técnicos extranjeros.
Lo antes mencionado recobra importancia ante el avasallante control que poseen algunas empresas extranjeras en nuestro país a costa del cierre de empresas mexicanas. Hoy existe la paradoja de que a pesar de que el país necesita recursos humanos calificados para sustentar su desarrollo en TI, tenemos desempleo local provocado por el fenómeno descrito.

La falta de coordinación entre las autoridades encargadas de regular la participación de empresas extranjeras en México se combina con la falta de reglamentos que obliguen, al menos en proyectos estratégicos del sector
público, a privilegiar la asignación de contratos a empresas y profesionales mexicanos o al menos a obligar a que un porcentaje importante de los servicios sea prestado por personal mexicano. Políticas de este tipo son comunes en otros países.

México necesita de la participación enriquecedora de empresas y profesionales extranjeros, pero todo ello bajo las disposiciones legales e impositivas a las que están obligados. Necesitamos de un programa de planeación que observe la necesidad de generar a nivel nacional autosuficiencia en materia de TI y, aún más, que provoque la capacidad real para exportar productos y servicios. De lo contrario, en el corto plazo seremos no sólo dependientes de TI externa sino de las empresas extranjeras y los profesionales que las dominen.

Fuente: El Economista, Miguel Ángel González Granados