Inicio Web. Google, entre innovación e invasión a la intimidad

Google, entre innovación e invasión a la intimidad

El lanzamiento de la nueva herramienta «Web History», la cual almacena los sitios visitados por los usuarios, y la reciente adquisición de DoubleClick, han aumentado los temores sobre el uso de toda la información que Google puede recolectar

San Francisco.- Con su nuevo servicio para rastrear el historial de búsquedas y sus planes para hacerse con DoubleClick, los grupos que defienden la privacidad temen que el cada vez más poderoso Google se convierta en un “Gran Hermano”.

Con cada nueva herramienta, Google hace más fácil la vida a sus usuarios pero a costa de quedarse, al menos potencialmente, con un pedacito más de su intimidad.

Ejemplo de ello es Web History (www.google.com/history), su último lanzamiento, una herramienta que permite al usuario rastrear el texto, fotografías o videos de las páginas que visitó con anterioridad.

Como señaló Payam Shodjai, director de producto del gigante de Silicon Valley, se trata de un producto que “permitirá buscar aquella cita que recuerdas haber leído en algún sitio hace meses”.

La utilidad de la herramienta es innegable, pero con ella vuelven a ponerse sobre la mesa las dudas sobre las bondades de una empresa que está al tanto de prácticamente todas las actividades online que realizan sus millones de usuarios en todo el mundo.

Solamente los términos de búsqueda revelan una cantidad ingente de información sobre los internautas, desde sus creencias religiosas o políticas hasta su orientación sexual, preocupaciones financieras o problemas médicos.

El reciente anuncio de la adquisición, por parte de Google, de la firma de publicidad online DoubleClick por 3,100 millones de dólares (la cantidad más alta que ha pagado nunca Google por una compañía) resucitó los temores de las asociaciones que defienden la privacidad de los usuarios, que creen que el buscador podría poner demasiada información en manos de los anunciantes.

Tres grupos de interés público interpusieron el viernes una denuncia conjunta ante la Comisión Federal de Comercio (FTC) en la que piden que se investiguen las repercusiones de esta operación para la privacidad de los usuarios.

Estas organizaciones -el Centro para la Privacidad de la Información Electrónica, el Centro para la Democracia Digital, y el Grupo para la Investigación del Interés Público- piden a la FTC que frene la adquisición hasta que se investiguen las prácticas de recolección de datos de Google.

En su demanda, las organizaciones indican que la adquisición “dará a una sola compañía más información sobre las actividades online de los consumidores que a ninguna otra empresa en el mundo”.

El problema es que DoubleClick no es una empresa cualquiera; la firma tiene una historia tormentosa en lo que se refiere a sus políticas de privacidad, y ya en el 2000 el Centro para la Privacidad de la Información Electrónica interpuso una demanda para denunciar su falta de miramientos.

Mientras tanto, el buscador continúa imparable.

Google se ha convertido ya en la marca más cara del mundo (66,343 millones de dólares), por delante de General Electric, Microsoft o Coca-Cola, según el ránking Brandz, publicado el lunes por la consultora Millward Brown.

Por no hablar de los espectaculares resultados que obtuvo en el primer trimestre y que, para más inri, coincidieron con el declive de los de su rival Yahoo.

Pero cada vez más críticos opinan que podría ser víctima de su propio éxito.

“Precisamente por su éxito, cabe preguntarse si se debería impedir que Google continúe su dominio a través de adquisiciones o colaboraciones”, señala Steven Pearlstein en el “Washington Post”.

Por su parte, “PC World” señala en su bitácora que es necesario “vigilar a Google de cerca”, ya que a medida que ha ido creciendo -y la oferta es enorme, desde su servicio de correo electrónico Gmail al editor de textos Google Docs o Google Desktop- también lo ha hecho la cantidad de información que recoge.

“La pareja DoubleClick y Google tendría una capacidad sin precedentes de espiar a los usuarios”, señala la publicación, que cree que el deseo de Google de comprar DoubleClick está en contradicción con su política de “no hacer el mal”.

Como recuerda Pearlstein, “nunca habría existido un Google sin la iniciativa antimonopolio del Gobierno, que impidió que Microsoft aplastase a los pequeños rivales”.

De la misma manera, Pearlstein se pregunta si no es hora de comenzar a restringir a Google para incrementar las posibilidades de que surja “otro Google”.

Fuente: El Economista, México