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Infraestructura de telecomunicaciones por cable (Columna de Ernesto Piedras)

Telecomunicaciones es una industria intensiva en costos hundidos, consistentes en infraestructura o bienes de capital que operan en red con elevadas economías de escala, lenta maduración de sus inversiones y lentos retornos. Se caracteriza además porque sus contribuciones en términos de productividad se materializan en su mayor proporción, a través de los demás sectores de la economía, por lo que es llamado también capital indirectamente productivo.

Es claro que México se caracteriza por ser un país con déficit en la infraestructura en telecomunicaciones, todavía insuficiente para satisfacer las necesidades de la población mexicana. Más aún, mucha de la infraestructura no se encuentra interconectada los desperdicios en los bienes correspondientes.

Tal es el caso de la industria de telecomunicaciones por cable, que ha enfrentado dificultades para conectar y poner en operación plenamente su capacidad en términos de una red integral para voz, Internet, datos y, claro, televisión de paga, con su red de servicios convergentes con las demás redes.

Históricamente, el gobierno federal les otorgaba a las cableras concesiones como operadores de servicios de televisión restringida, pero fue en 1995, cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) modificó sus títulos de concesión a Redes Públicas de Telecomunicaciones, con la cual son capaces de proveer cualquier servicio técnicamente factible. Desde entonces el aumento en el número de suscriptores y de concesiones ha crecido exponencialmente para alcanzar 1,050 concesiones otorgadas y 802 en operación, así como 4.1 millones de suscriptores a nivel nacional.

Además, en fechas recientes las cableras han incrementado su oferta de servicios, con cobertura de 1.1 millones de usuarios de Internet y 190,000 de telefonía, conformándose como un fuerte competidor dentro de la convergencia en el sector.

Actualmente, poseen más de 90,000 kilómetros de red tendida con 11 millones de casas pasadas, lo cual implica un enorme potencial de crecimiento en los servicios adicionales que proveen. El empaquetamiento de servicios, además de reducir el precio de los servicios, también resulta benéfico a la hora de pagar, ya que es solamente una factura y les ahorra tiempo.

México debe aprovechar la infraestructura existente de la mejor manera, además de seguir incentivando la inversión en la misma. Por una parte, la tecnología sigue avanzando a ritmos inesperados y con eso es posible construir más y mejores redes de telecomunicaciones que ofrezcan una mayor cantidad de servicios con mejor calidad.

Fuente: El Economista, Ernesto Piedras, Economista (ITAM-London School of Economics); Director General de The Competitive Intelligence Unit (www.the-ciu.net