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Las nuevas TIC, ¿una amenaza para los empleos? Parte II

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El progreso tecnológico está suprimiendo la necesidad de muchos tipos de trabajos y dejando al trabajador promedio en peor situación que antes. Brynjolfsson indica: «La productividad está en niveles récord, la innovación tecnológica nunca ha sido más rápida, pero al mismo tiempo tenemos unos ingresos medios decrecientes y menos puestos de trabajo”.

Brian Arthur, investigador visitante en el laboratorio de sistemas de inteligencia del Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto (EE.UU.) señala: Las tecnologías como la Web, la inteligencia artificial, la minería de datos y las analíticas mejoradas -todas accesibles gracias a una disponibilidad cada vez mayor de un potencial de computación barato y capacidad de almacenaje- están automatizando muchas tareas rutinarias. Han desaparecido incontables trabajos en las oficinas tradicionales y en los servicios de atención al cliente.

Añade: “la automatización encargándose de trabajos humanos, implica procesos digitales hablando con otros procesos digitales y creando nuevos procesos, lo que permite hacer muchas cosas con menos gente y haciendo que más trabajos humanos queden obsoletos”.

Arthur afirma que es principalmente esta avalancha de procesos digitales la que sirve para explicar cómo ha crecido la productividad sin que haya habido un aumento significativo de la mano de obra humana.

«Esto cambiará todas las profesiones en formas que ni siquiera hemos empezado a ver», advierte.

McAfee, director asociado del Centro de Negocios Digitales del MIT en la Escuela Sloan, sugiere que la presión sobre el empleo y las desigualdades resultantes solo empeorarán con el avance exponencial de las tecnologías digitales a lo largo de las próximas décadas -alimentadas con «la cantidad suficiente de potencia de computación, datos y geeks (persona fascinada por la tecnología y la informática)”.

Y nos preguntamos ¿son responsables estas tecnologías realmente de una década de pobre crecimiento del empleo?

 

Los optimistas

Richard Freeman, economista del trabajo de la Universidad de Harvard (EE.UU.) afirma, nadie lo sabe en realidad». Se muestra escéptico respecto a que la tecnología, haya podido cambiar lo suficientemente rápido una amplia gama de sectores laborales, como para explicar las cifras a la baja de empleos recientes.

David Autor, economista del MIT que ha estudiado en profundidad la conexión entre el empleo y la tecnología, también duda de que esta pueda ser responsable de un cambio tan drástico en las cifras de empleo total. Y añade, el frenazo súbito en la creación de empleo «es un gran rompecabezas», «pero no existen demasiadas pruebas de que esté relacionado con la tecnología».

El resultado, afirma Autor, ha sido una «polarización» de la fuerza de trabajo y un «vaciado» de la clase media, algo que ha sucedido en numerosos países industrializados a lo largo de las últimas décadas. Pero «eso es muy distinto a afirmar que la tecnología está afectando a la cifra total de empleo», añade. «Los empleos pueden cambiar mucho sin que haya cambios importantes en los índices de ocupación» la historia sugiere que lo más probable es que este sea un shock doloroso, pero temporal; según los trabajadores vayan ajustando sus capacidades y aquellos que sean emprendedores creen oportunidades basadas en las nuevas tecnologías; la creación de empleos rebotará.

Y añade, por lo menos desde la Revolución Industrial, que comenzó en el siglo XVIII, las mejoras en la tecnología han ido acompañadas de un cambio en la naturaleza del trabajo, al mismo tiempo que destruían algunos tipos de oficios en el proceso. En 1900, el 41 por ciento de los estadounidenses trabajaban en el sector agrícola; para el año 2000 esa cifra era de solo el 2 por ciento. Igualmente, la proporción de estadounidenses empleados en la fabricación ha caído del 30 por ciento en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, a alrededor del 10 por ciento en la actualidad, en parte debido a una mayor automatización, sobre todo durante la década de 1980.

Lawrence Katz, economista de la Universidad de Harvard, afirma que no hay un patrón histórico que demuestre que las tecnologías conduzcan a un descenso neto del empleo en un periodo de tiempo prolongado. A pesar de que los trabajadores pueden tardar décadas en adquirir la experiencia necesaria para los nuevos tipos de empleo, explica, «nunca nos hemos quedado sin empleos. No existe una tendencia a largo plazo de eliminar el trabajo de la gente. En el largo plazo, las tasas de empleo son relativamente estables. La gente siempre ha sido capaz de crear nuevos trabajos. A la gente se le ocurren nuevas cosas que hacer».

Encontrar pruebas de trabajadores desplazados por las máquinas a gran escala no es tan fácil. Un motivo por el que resulta difícil señalar con precisión el impacto neto sobre el empleo de la automatización es que esta se suele usar para hacer a los trabajadores humanos más eficientes, no necesariamente para sustituirlos.

Mick Mountz, fundador y director ejecutivo de Kiva, empresa dedicada a la fabricación de robots, duda de que las máquinas hayan eliminado los empleos de muchas personas o que lleguen a hacerlo en el futuro.

John Leonard, profesor de ingeniería en el MIT y miembro de su Laboratorio de Ciencia de la Computación e Inteligencia artificial (CSAIL por sus siglas en inglés) afirma, el gran desafío es la incertidumbre». En otras palabras, la gente sigue siendo mucho mejor a la hora de enfrentarse a cambios en su entorno y a reaccionar ante sucesos imprevistos.

Uno de los robots más amables y flexibles diseñado para trabajar con humanos es Baxter de Rethink. Creación de Rodney Brooks, el fundador de la empresa. Los robots, según Brooks, pueden servir a los trabajadores de una fábrica como los taladros a los obreros de la construcción. «Los hacen más productivos y eficaces, pero no se deshacen de trabajos».

Pero los trabajos administrativos y algunos trabajos profesionales podrían ser más vulnerables. Eso es porque la unión de inteligencia artificial y minería de datos, empieza a dar a las máquinas una capacidad de razonar más parecida a la humana para resolver muchos tipos de problemas nuevos.

 

Corolario

McAfee, en sus escritos, señala que las nuevas tecnologías están «entrando en el terreno de las habilidades humanas de una forma sin precedentes», pero resulta difícil ignorar su aviso de que la tecnología está ampliando la brecha de ingresos entre quienes la dominan y todos los demás. El resultado, al menos hasta la década de 1980, fue un aumento de los trabajadores educados que encontraban trabajo en los sectores industriales, aumentando sus ingresos y reduciendo las desigualdades, las consecuencias dolorosas a largo plazo para la fuerza de trabajo no siguen inevitablemente de los cambios tecnológicos. No podría concluir que el progreso económico y el empleo se hayan separado para siempre. «No sé si podremos recuperarnos, pero espero que podamos», afirma. Pero eso, sugiere, dependerá de nuestra capacidad para reconocer el problema y tomar medidas como aumentar la inversión en la formación y educación de los trabajadores.

Añade: «Es uno de los oscuros secretos de la economía: el progreso tecnológico sirve para hacer crecer la economía y crear riqueza, pero no existe ninguna ley económica que afirme que todo el mundo se beneficiará de ello». En otras palabras, en la carrera contra la máquina es probable que algunos ganen mientras muchos otros pierden.

Por el tema y lo que significa en términos de impacto social, invito a los lectores de este documento a expresar su punto de vista al respecto, siempre es gratificante conocer diversas opiniones respecto a la manera en que las TIC influyen en el quehacer de la gente y sobre todo dado el parteaguas generado por estas tecnologías en los últimos años, resulta estimulante la visión social de lo que se augura sobre el futuro que ya ha comenzado.

Por José Luis Mora Castro