Sabemos que el sector de telecomunicaciones se constituye como un sector líder en la economía nacional. No existe un solo sector económico que no emplee sus servicios, tanto, que de hecho se calcula que dos tercios del crecimiento de la economía de Estados Unidos son impulsados por dichas innovaciones tecnológicas.
Una pregunta importante que surge es la relativa a la causalidad entre telecomunicaciones y crecimiento económico. ¿Qué causa qué? Es acaso ese capital de infraestructura el que provoca que la economía crezca (Supply Driven
Model), o más bien, es el propio dinamismo de la actividad económica el que demanda esos servicios (Demand Driven Model).
Un análisis econométrico reciente, que inicia en el año 1925 hasta la actualidad, revela que por cada punto porcentual que crece la infraestructura de comunicaciones, el crecimiento económico aumenta en un 0.1%. Es decir, que del crecimiento total del PIB, un 10% está explicado por los servicios generados por infraestructura de comunicaciones.
La medición econométrica, de causalidad, confirma que las telecomunicaciones causan el crecimiento económico, pero también revela que ese crecimiento genera su propia demanda por inversión.
Incluso se puede afirmar que en una economía de desarrollo intermedio, como la mexicana, el efecto que domina es el del crecimiento, generando su demanda por infraestructura (Supply Driven). Es lógico pensar que economías o regiones sumamente atrasadas, requerirán de un efecto de despliegue de infraestructura como impulsor de las actividades económicas y que una vez que ese capital y la producción han sido detonados, será la misma producción de esa economía la que generará su propia demanda por esos servicios (Demand Driven).
En la primera fase (1929-1946) el crecimiento de la inversión fue mucho mayor al de la producción, es decir que la fuerte inversión ejercida durante la década de los años treinta y cuarenta impulsó el desarrollo de otros sectores y
así, de la economía en su conjunto. De manera consistente, entre 1955-1971 se registra una etapa de desarrollo equilibrado entre la inversión y la producción, para que a partir de 1971, se observe un crecimiento económico que
supera a la inversión en infraestructura de telecomunicaciones.
Una lección importante para las políticas públicas es que existen dos segmentos de mercado discernibles en nuestras telecomunicaciones. Uno competitivo, en donde la política pública debe orientarse al diseño y ejecución de un marco
legal y regulatorio que cumpla con las premisas básicas de la competencia, en donde los propios mecanismos de mercado operan eficientemente para generar la demanda por servicios de telecomunicaciones (Demand Driven).
El otro segmento, relativamente atrasado o socialmente desfavorecido, es sujeto de política pública dirigida a segmentos, regiones, servicios, que opere como un facilitador de la actividad económica y de la adopción de sus servicios (Supply Driven).
La comprensión de estas diferencias es importante para la instrumentación de una política que maximice el bienestar social, la productividad de nuestros sectores y la competitividad del aparato productivo nacional, por lo que cabe
asegurarnos si están siendo asimiladas desde la esfera regulatoria.
Fuente: El Economista, Ernesto Piedras, Director General de The Competitive Intelligence Unit
(www.the-ciu.net)