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Web 3.0 y el síndrome de internet

Se acerca ya una nueva generación de la red, pero también nuevas adicciones

La información en la web sigue creciendo, millones de personas dan clic para contactarse, entretenerse o comprar vía online, las redes sociales son cada vez más populares y la denominada Web 2.0 se está quedando atrás. Ahora se habla ya de que la próxima generación de jóvenes permitirá vivir a través de internet.

De acuerdo con Fabián Romo, de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la Web 3.0 es una simulación total de la vida real, como sucede en sitios como Second Life; la vida real y virtual convergen, son redes sociales pero con más ventajas tecnológicas, como presentaciones multimedia y contenido en tiempo real”.

Romo asegura que una posibilidad es llegar a la tercera dimensión, y aun cuando esto no sucediera la ventaja para los internautas es que sólo tendrán que sentarse delante de un monitor y esperar que la red responda a sus necesidades.

Por ejemplo, si se quiere comprar un automóvil, el usuario sólo hace público su deseo y las compañías automotrices o de ventas lo buscarán con las mejores ofertas del mercado.

Aunque para John Farrell, director de Google México, el término Web 3.0 “es sólo una frase mercadológica que alimenta conferencias de tecnología, más bien sería una extensión de las actuales redes sociales que se vuelven más importantes para los internautas”.

Pero no sólo se trata de una vida paralela sino de comodidad. Farrell asegura que, “con la Web 3.0 se podrá correr cualquier archivo, en cualquier lugar, en cualquier dispositivo”.

El objetivo es dar el control a los usuarios a través de la digitalización con aplicaciones de uso combinadas y simples, no sólo buscar y encontrar, sino aprovechar la información.

Si se piensa que las redes sociales sólo sirven para entretenimiento, Magda López de Anda, académica del ITESO (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente), lo desmiente al afirmar que, “como herramienta para la educación, internet brinda muchas posibilidades a los procesos educativos escolarizados pero sobre todo a los que no son escolarizados”.

Por ahora la web se utiliza como una solución en la búsqueda de información, en cualquier momento y lugar, un espacio donde los alumnos suben sus trabajos para recibir retroalimentación del profesor y consultan los vínculos que el docente seleccionó para complementar el tema de la clase.

Pero en un tercer nivel, asegura la catedrática, “estás hablando ya de crear comunidades de conocimiento, es decir, personas que no se pueden ver y que interactúan sin depender ni del espacio ni del tiempo, sin embargo, es difícil porque implica una cultura nueva en los procesos educativos, y para el docente la necesidad de dedicar más tiempo a generar y colocar contenido en la red”.

Con este tipo de comunidades se garantizaría una actualización continua de actividades profesionales específicas. “Ya sean arquitectos, médicos o ingenieros, utilizarían una lógica de formación diferente, centrada en objetivos muy concretos, en preguntas o dudas, el conocimiento proviene de compartir experiencias”, agrega López de Anda.

Síndrome Patológico de Internet

Pero la Web 3.0 trae también riesgos. Pasar horas conectado a la red como parte del trabajo diario o de un sano entretenimiento no es problema, pero ¿qué pasa cuando la red envuelve a tal grado que ya no es posible alejarse de ella?

Alejandro Nagy, de la Sociedad Psicoanalítica de México, propone el término Síndrome del uso Patólogo de Internet a la exposición desmedida a este medio, pues considera que no es correcto llamarla adicción.

“Internet es un medio, ¿nos volvemos adictos a la jeringa, o a lo que tiene la jeringa?” Y es que con los miles de portales que existen, cualquiera puede encontrar alguno que no pueda dejarlo nunca.

Para poder identificar a una persona con este padecimiento basta con encontrar síntomas tales como euforia al conectarse, necesidad de estar conectado a costa de otras actividades, sentimientos de vacío, depresión o irritación por no estar conectado, pensamientos obsesivos acerca de lo que estará sucediendo en internet e incluso movimientos de tecleo involuntarios.

Estas personas suelen experimentar una desinhibición en la red, sin embargo, al tener contacto real con otros individuos no se sienten cómodos, “rechazan paulatinamente el contacto con sus amigos, familia y pareja”, afirma Alejandro Nagy.

Como sucede con otra clase de drogas, los afectados se sienten en un mundo ideal aun cuando estén conscientes de que es irreal. Quienes sufren el síndrome tienden a ocultar sus temores, y adoptar una personalidad distinta a la real bajo el anonimato de la red.

Las consecuencias de un uso desmedido de internet no sólo se reflejan en los vínculos personales, físicamente se presentan dolores de cabeza y espalada, hábitos irregulares de sueño, alimentación e higiene, así como irritación y resequedad ocular.

De acuerdo con el sicoanalista, la mayoría de las personas que sufren este síndrome visitan sitios pornográficos, se conectan a redes sociales, se convierten en ciberacosadores, juegan videojuegos o bien bajan información con el popular copy paste.

Es importante destacar que los afectados siempre mienten sobre el tiempo que pasan en la red, por lo que los padres deben vigilar el comportamiento de los jóvenes y no utilizar prejuicios como pretexto para decidirse a actuar.

Fuente: El Universal, México