Algo más de cinco kilómetros fue la distancia que alcanzó la primera transmisión de telegrafía sin hilos en mar abierto, realizada el 14 de mayo de 1897 por el inventor e ingeniero eléctrico italiano Guillermo Marconi. El mensaje decía: «¿Estás preparado?».
Algunos inventos cambian la historia y las comunicaciones por radio fueron uno de ellos. Aquella transmisión, que Marconi logró cuando tenía solo 23 años, atravesó el canal de Bristol (Reino Unido), desde la isla Flat Holm a Penarth.
El italiano obtuvo el Premio Nobel de Física en 1909 por «su contribución al desarrollo de la telegrafía sin hilos», un invento que empezó a ganar popularidad entre la gente tras el naufragio del Titanic (1912) -en el que Marconi tenía previsto viajar-. La señal de auxilio emitida por el transatlántico permitió que el Carpathia llegara al lugar y salvara a unos 700 supervivientes.
La idea de transmitir señales telegŕaficas inalámbricas empezó a interesar a Marconi tras leer un artículo del físico alemán Heinrich Hertz y los primeros estudios los realizó con un emisor que había creado en la finca familiar, cerca de Bolonia, donde envió señales a más de dos kilómetros.
Marconi decidió llevar su aparato a Inglaterra, donde en 1896 se le concedió la primera patente del mundo para un sistema de telegrafía inalámbrica y, un año después, realizó aquella transmisión a través del canal de Bristol.
Perfeccionando su sistema y tratando de expandir su alcance, en 1899 estableció comunicación entre Francia e Inglaterra, a través del Canal de la Mancha, salvando los 300 kilómetros entre South Foreland y Vimereux.
En 1901 transmitió señales a través del océano Atlántico, de Poldhu (Inglaterra) a Saint Johns (Canadá), más de 3,300 kilómetros. Con esta comunicación demostró que la ondas hertzianas siguen la curvatura de la Tierra y no viajan en línea recta, recuerda en la biografía dedicada a Marconi la página web de los Premios Nobel.
Un año antes, había conseguido la famosa patente 7,777 para mejoras en los aparatos de telegrafía inalámbrica, que permitían las transmisiones simultáneas en diferentes frecuencias, de manera que las estaciones cercanas podrían funcionar sin interferir entre ellas.
Una patente a la que se opuso el estadounidense Nikola Tesla y que en 1943 fue anulada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos por considerar que parte de ella estaba basada en trabajos previos de otros inventores, como los del propio Tesla.
Para la historia queda la polémica de si la radio la inventó Marconi o Tesla. En 1895 el inventor nacionalizado estadounidense planeaba transmitir una señal de radio desde Nueva York hasta West Point, pero un incendio destruyó su laboratorio.
En sus inicios, la telegrafía inalámbrica tuvo gran importancia para los barcos y la navegación, como señaló Marconi en su lectura de aceptación del Premio Nobel. Prueba de ello fue el rescate de las víctimas del Titanic en su viaje inaugural.
Un viaje que podría haber marcado la vida o la muerte de Marconi, pues el inventor debería haber estado en aquel barco, pero finalmente decidió partir tres día antes hacia Estados Unidos en el Lusitania, como recordó su hija Degna Marconi en su libro «Mi padre» (1962).
Cuando el Titanic chocó contra un iceberg uno de los telegrafistas mandó un mensaje de auxilio que sería escuchado por el Carpathia y, cuando llegó a tierra, Marconi estuvo presente en el muelle. Días después, según escribió Degna, los supervivientes «fueron en masa a su hotel» como agradecimiento por su invento.
La telegrafía inalámbrica -vaticinó Marconi al aceptar el Nobel- «está destinada a ocupar una posición igualmente importante en el suministro de la comunicación eficiente y económica entre partes distantes» y «no cabe duda» de que «ha llegado para quedarse, y no sólo se quedará, sino que seguirá avanzando».