Si revisamos los planes y proyectos de la administración del presidente Felipe Calderón, se percibe la intención de tener un México en un entorno de mayor competitividad, desarrollo y apertura a la inversión. En este contexto, y especialmente si revisamos las proyecciones para aplicar ciertas políticas públicas que necesariamente involucran a las telecomunicaciones, no parecen justificarse las restricciones que hoy día existen en inversión extranjera en este rubro.
Basta con revisar las condiciones que tienen algunos países de la misma región y de economías no muy distintas a la de México para darnos cuenta de que nuestro país cuenta con un régimen mucho menos flexible. A diferencia de Argentina, Brasil y Chile que no imponen límites respecto a Telefonía móvil, local, larga distancia y transmisión de datos, México impone la limitante de hasta 49 por ciento en todas, excepto en la primera, o sea telefonía móvil.
Con estos datos, no es de extrañar que los informes de organismos como la OCDE reflejen que México sea el país con mayores restricciones y, por ejemplo, que la inversión media per cápita en telecomunicaciones no sólo esté por debajo de la media, sino que países como Hungría, República Checa y Polonia tengan niveles más altos en los últimos años.
Si seguimos en esta tónica, tampoco nos debería sorprender que en México se cobren -sólo superado por Corea- las tarifas más altas en servicios residenciales si se hace la comparación con los demás países de la OCDE; tarifas que triplican las de países como Polonia y España y llegan a ser casi diez veces más altas que, por ejemplo, las de Canadá o Suiza.
Ante esta situación es evidente que el propio informe de la OCDE muestre que en México se dé un crecimiento lento de la red, como consecuencia de que la competencia y la inversión sean insuficientes y que haya un escaso desarrollo de la banda ancha.
Muy frustrante y deprimente sería volver a analizar la situación del mercado mexicano y volver a llegar a las mismas conclusiones que ya todos conocemos respecto a por qué las empresas distintas a la dominante, o sea Telmex en cualquiera de sus modalidades corporativas, no alcanzan mejores posiciones dentro del mercado.
Sin embargo, este panorama tan desalentador no debe ser la causa para permanecer con los brazos cruzados, sino para tomar las medidas que sean necesarias para incrementar los accesos al servicio de telefonía fija y con esto aumentar la competitividad, impulsar el desarrollo tecnológico y lograr que se dé una disminución en las tarifas.
Las políticas públicas deberían promover el acceso y los servicios a un bajo costo, de tal suerte que el uso eficiente de las telecomunicaciones se convierta en un detonador y en un catalizador del resto de la economía. Respecto a todo esto la apertura a la inversión extranjera se percibe como una condición necesaria.
No podemos dejar pasar la oportunidad de avanzar en la competitividad y de cerrar la brecha del desarrollo, especialmente respecto a otros países. De permitirse mejores condiciones para la Inversión Extranjera Directa, no sólo se fomentaría la aparición de nuevos competidores, sino que se prestarían nuevos servicios en beneficio del consumidor.
Fuente: El Financiero, Germán Saldívar Osorio, Miembro del Consejo Directivo del Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones