El gobierno chino invierte 253 mil millones de dólares en la creación de empresas start-up del sector tecnológico, con el fin de que la innovación sea un poderoso motor económico.
Aún más, esta suma de dinero es invertida cada año en nuevas empresas del sector tecnológico, para lograr reducir la dependencia de las manufacturas de bajo valor añadido y crear empleos de calidad.
«China es ya el segundo país que más invierte en investigación y desarrollo en el mundo y el segundo mercado para las start up del planeta», explica William Bao, socio de SOSB, una aceleradora de empresas que invierte 250 millones de dólares en proyectos de software y de hardware en China, Taiwán y Estados Unidos. «Esto ha permitido que haya servicios como WeChat, una mezcla entre WhatsApp y red social, que va muy por delante de sus competidoras occidentales, sobre todo en la integración de compras online. En poco tiempo el país se convertirá en la principal fuente de innovación del planeta, y el mundo cada vez más se parecerá a China», asevera el mismo Bao.
En este contexto, se lanzó por primera vez la edición asiática de Móvil Word Congress que inició en Shanghai y que dedica un amplio espacio a un centenar de estas nuevas empresas.
Además, se creó 4YFN, acrónimo de 4 years from now (4 años desde ahora), una plataforma global para start-ups digitales que pretende servir de enlace entre las nuevas empresas, los inversionistas y las grandes corporaciones que buscan innovación.
«Se avecina una revolución incluso más importante que la industrial», comenta Yang Jie, presidente y consejero delegado de China Telecom. «Es un nuevo escenario en el que van a ser clave varios elementos: el Big Data, la inteligencia artificial y la robótica. De hecho, ya hay restaurantes que han sustituido a sus camareros por robots y en el futuro veremos también a trabajadores más cualificados, por ejemplo los enfermeros».
«China se ha convertido en la incubadora perfecta para las start-ups, a diferencia de lo que sucede en Silicon Valley, donde los inversionistas apuestan grandes sumas de capital, pero son inaccesibles. En China la financiación es más modesta y fragmentada pero también más sencilla de obtener», comenta Eduardo Alarcón, ingeniero especializado en robótica, «además, tienes también un mercado muy interesante, porque cuenta con muchas ciudades de tipologías diferentes que permiten probar el producto o el servicio en mercados de características muy distintas».
No obstante, Bao no oculta que el auge de China tiene también un lado oscuro. Es un país que se rige por unos valores muy diferentes, la gente da por hecho que está siendo vigilada y que su privacidad no existe. Además, es imposible fiarse de las estadísticas oficiales de ningún tipo, porque siempre son falsas. Los blogueros tienen seguidores «zombies», los números de usuarios de las empresas tecnológicas se inflan sin cesar, los móviles están llenos de malware, y el respeto a la propiedad intelectual es todavía casi inexistente», concluye.
Rafael Ugalde. Con información de El País.