El teléfono inteligente, que celebra 25 años de vida tras la aparición en 1992 del móvil Simon, de IBM–, afronta el desafío las redes 5G, que multiplicarán la capacidad de operatividad móvil; el internet de las cosas, con la interacción entre aparatos que tendrán su control principal en el teléfono; y la inteligencia artificial, que anticipa y acelera aplicaciones de los usuarios.
5G, o redes de quinta generación de telefonía móvil, es la nueva banda ancha inalámbrica que proporciona velocidades de carga y descarga hasta 100 veces superiores a las actuales, incluidas las que ofrece la fibra óptica, además de cobertura y rapidez de respuesta entre la orden y ejecución de una tarea, algo fundamental para el futuro de la conducción autónoma, la automatización y robotización de procesos o para los juegos en línea, por ejemplo.
Vinculado a su desarrollo está la evolución del internet de las cosas, que supone la interacción de las máquinas entre sí.
Actualmente hay 7,000 millones de dispositivos conectados a internet y se espera llegar hasta los 100,000 millones en siete años. Este mundo permitirá manipular, dirigir y programar cualquier aparato distancia, para lo cual el móvil está llamado a ser el elemento clave.
Por su parte, la inteligencia artificial va a desempeñar un papel fundamental. Se trata de la capacidad de captar de datos para configurar otros datos de salida. Las máquinas están aprendiendo a no dar siempre los mismos resultados, sino a variarlos según el aprendizaje que obtienen en las respuestas generadas.
En el caso de la telefonía, que gracias a la computación en la nube puede prescindir de la computadora que necesitaría para aplicar la inteligencia artificial desde un único dispositivo, permitirá a todas las aplicaciones aportar resultados rápidos, así como llevar a cabo tareas cada vez más complejas.
Las grandes innovaciones ocurrirán más allá las mejoras en la batería, cámaras, pantallas, tamaño, flexibilidad, etc.