La inteligencia artificial (IA) permite detectar comprobantes falsos de viaje en cuestión de segundos, ahorrando cifras millonarias a las empresas.
La empresa californiana AppZen puede auditar el 100% de los reembolsos en tiempo real, ejecutando recibos a través de un algoritmo que busca duplicación, discrepancias o gastos inflados.
Además, reembolsa los gastos legítimos de los empleados el mismo día y devuelve cualquier reclamación a los auditores humanos para una mayor investigación.
El algoritmo puede comparar el costo promedio de un vuelo de Nueva York a Chicago con el monto gastado y lo marcará si el precio parece excesivo ese día o si el empleado actualizó su vuelo a primera clase.
También sonará la alarma si una empresa que figura en un recibo no existe o si un club de striptease se hace pasar por un restaurante especializado en carnes.
Los algoritmos ya han expuesto algunos fraudes creativos y costosos: los empleados agregan botellas de vodka a su factura de comida de trabajo, compran 3,000 dólares en tarjetas de regalo de Starbucks y lo presentan como ‘café con un contacto’.
Una empleada pagó 900 dólares y presentó un reembolso que contenía una fotografía animada con su rostro en lugar de recibos, lo que demuestra la seriedad con la que trabajan los auditores.
Terrence McCrossan, Director Ejecutivo de AppZen, dijo que según la supervisión, el 30% de los reclamos de gastos de los empleados son riesgosos, inútiles y potencialmente fraudulentos.
Los sistemas de supervisión de la compañía comenzaron a usar una versión de IA hace varios años y sus tecnologías de aprendizaje automático ahora permiten analizar millones de transacciones en tiempo real.
Guido van Drunen, director de servicios de asesoría forense de KPMG, dijo que no hay manera de que se puedan detectar todas las formas astutas en que los empleados pueden estafar a sus empresas.
Recuerda que lo llamaron después de que un empleado pagó una víbora pitón viva. Todo el mundo estaba saltando arriba y abajo diciendo que era un fraude. Pero en una investigación adicional, van Drunen descubrió que la persona trabaja en ventas y había comprado una serpiente constrictor como una estrategia de marketing para el lanzamiento de un nuevo producto llamado pitón. Si bien la serpiente podría estar justificada, la compra del empleado por 1,200 dólares en un bistec como comida de serpiente lo delató: los pitones solo consumen presas vivas.