Los aranceles del 125% impuestos por Donald Trump a productos fabricados en China amenazaban con afectar la cadena de suministro de Apple de manera similar a los problemas logísticos causados por el COVID-19.
Sin embargo, la noche del viernes, el presidente de EU otorgó una extensión clave que dejó fuera de estos aranceles a dispositivos como iPhones, iPads, Macs, Apple Watches y AirTags.
También se eliminó el arancel del 10% sobre productos similares provenientes de otros países. Aunque persiste un arancel del 20% sobre importaciones desde China y podrían aplicarse nuevas tarifas a productos con semiconductores, este cambio representa un alivio para Apple y para la industria que aún depende de China para la manufactura.
‘El impacto habría sido significativo’, señaló el analista Amit Daryanani, quien espera que las acciones de Apple repunten tras una caída del 11% este mes.
Antes de esta exención, la compañía de la manzana ya planeaba ajustar su cadena de suministro para fabricar más iPhones destinados a EU en India, donde enfrentan menores aranceles.
Las fábricas en ese país están en camino de producir más de 30 millones de unidades anuales, una parte importante de la demanda estadounidense. Sin embargo, la transición no sería sencilla, sobre todo porque Apple ya está preparando la producción del iPhone 17, que se fabricará principalmente en China.
Internamente, había preocupación sobre el impacto en el lanzamiento de otoño y la posibilidad de tener que subir precios o negociar márgenes con proveedores.
A pesar de este respiro, persiste la incertidumbre. Las políticas comerciales podrían cambiar nuevamente, y Apple podría verse obligada a hacer ajustes más drásticos.
Además, si traslada más producción fuera de China, existe el riesgo de represalias. El país representa el 17% de sus ingresos y alberga decenas de tiendas. Ya ha impuesto restricciones a dispositivos de Apple y podría endurecer controles aduaneros.
Apple ha reiterado que está dispuesta a invertir más en EU, pero insiste en que el enfoque debe estar en empleos de mayor valor, como la producción de semiconductores, en lugar de trasladar el ensamblaje final al país.