Apple y Nintendo, cada uno basado en formas idiosincrásicas de hacer negocios, son algunos de los nombres más importantes en el mundo de la tecnología.
Aunque sus valores de mercado están separados por alrededor de 2 billones de dólares, son quizás los pares ideológicos más cercanos de la industria.
Nintendo anunció planes de aumentar la producción de su consola Switch en seis años. En este punto del ciclo de vida del sistema, cualquier otro fabricante de hardware se estaría preparando para comenzar a hablar sobre su próximo producto. Nintendo está convencida de que puede vender más del modelo antiguo.
Apple y Nintendo se mueven a su propio ritmo. Cuando los demás fabricantes de teléfonos inteligentes se apresuraron a incorporar pantallas más grandes, Apple tardó años en adaptarse.
Por su parte, el primer intento de Nintendo de fusionar una consola doméstica y una portátil, la Wii U, estuvo mal concebido y fracasó espectacularmente.
Pero durante gran parte de las últimas cuatro décadas, estas dos empresas han trascendido la naturaleza mercantilizada de los dispositivos electrónicos personales y han generado enormes ganancias por el hardware que ponen en manos de las personas. Las dos claves son el software y el poder de una marca fuerte.
Apple y Nintendo también son extremadamente protectores de su reputación familiar. Apple preferiría ser visto como mojigato que permisivo cuando toma decisiones sobre el contenido de su tienda de aplicaciones o solicitudes de seguimiento de datos, mientras que Nintendo tradicionalmente limitaba la violencia en sus juegos a las colisiones de Mario Kart y los golpes de Smash Bros.
Mucha gente confía en los atributos de la marca y el software. Los fanáticos de Nintendo confían en la secuela de Zelda de este año, que será impresionante, al igual que los clientes del iPhone creen que tendrán acceso a las mejores aplicaciones.