La incertidumbre política y económica que ha afectado a la comunidad catalana en los últimos meses, puso en riesgo la realización del evento en esta ciudad, sin embargo la GSMA ratificó a Barcelona como la sede para el 2019.
La GSMA, organizadora de este evento, constituida por más de mil compañías tecnológicas, confirmó tanto la fecha como el lugar de la edición 2019: “Seguirá siendo en las instalaciones de la Fira de Barcelona, en la L‘Hospitalet de Llobregat, entre el 25 y el 28 de febrero”, según informaron fuentes conocedoras de la situación a el Economista.
El pasado 1 de febrero se disolvieron todas las dudas. La alcaldesa Ada Colau recibió en el Ayuntamiento de la ciudad el Always Connected, acto de apoyo de la GSMA a Barcelona que se escenificó con la presencia de más de un centenar de representantes de la industria de las telecomunicaciones y la tecnología. Ahí, John Hoffman, el consejero delegado de la GSMA, despejó cualquier reserva anterior al mostrar su “enorme cariño” por Barcelona y su absoluta “confianza” en la ciudad.
El impacto económico, mediático y la reputación de la mayor feria del país es enorme. Según estimaciones de GSM, la feria invade la ciudad, la comunidad y el país con más de 465 millones de euros. También crean 13,200 puestos temporales de trabajo, sin contar con otros miles de puestos temporales en empresas de servicios turísticas . Año tras año se superan los récords con más de 108,000 visitantes en 2017, el 7% más que el año interior.
Según la GSMA, cerca del 55% de los visitantes son altos ejecutivos, entre ellos, 6,100 delegados consejeros. Las acreditaciones de prensa y de analistas del sector superaron los 3,500 pases.
No solo se trata del mayor escaparate tecnológico global, superior al CMS de las Vegas o el y IFA de Berlín, sino que también se ha consolidado como el centro neurálgico de las tecnologías llamadas a cambiar la vida de las personas, las sociedades y los países.