Definitivamente la Comisión Federal de Competencia, que preside el aguerrido Eduardo Pérez Motta, no autorizará que Teléfonos de México participe en las licitaciones de espectro para WiMAX, que permitirán el acceso masivo a Internet.
Telmex, desde luego, ya levantó la mano y desea participar en la licitación, que como muchas otras siguen en espera de ser autorizadas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Es también un hecho que con la nueva ley de competencia se requiere necesariamente la opinión de la CFC antes de que se publiquen las bases de licitación para que no se repita lo que sucedió en el sexenio pasado con la subasta de espectro para telefonía móvil, que fue la primera prueba de fuego de Pérez Motta porque no estuvo de acuerdo con el monto máximo de espectro que la SCT pretendía asignar. Como se recordará, la SCT, entonces encabezada por Pedro Cerisola, procedió con la licitación e ignoró parcialmente la opinión de la CFC porque dejó sin asignar parte del espectro y finalmente después de recurrir a tribunales ganó la CFC.
Así, Téllez antes de publicar su programa de licitaciones deberá tocar base con la CFC y también con la Cofetel, que finalmente es la encargada de realizar las licitaciones.
La opinión de Pérez Motta es que las redes deben ser independientes, sin dueños cruzados, por lo que en principio las restricciones aplicarían no sólo para Telmex, sino para otros concesionarios.
El problema es que la licitación de WiMAX tiene ya más de un año de retraso y como lo reconoce el presidente Felipe Calderón en su Primer Informe de Gobierno, una de las razones por las que se ha frenado la inversión en el sector de telecomunicaciones es precisamente porque no está todavía listo el programa de licitaciones de la SCT.
Lo que habría que preguntarnos es si este retraso se debe o no al pleito entre la SCT y la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) y si el presidente Calderón esperará a que se defina el amparo presentado por el «virtual» subsecretario de Comunicaciones, Rafael del Villar, antes de anunciar el programa de licitaciones.
Fuente: El Economista, México
