El Gobierno de China, a través del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Zhao Lijian, acusó hoy a Estados Unidos de ser la fuente de la mayoría de ciberataques del mundo y de realizar escuchas tanto a rivales como aliados.
Zhao respondió así a las acusaciones, por parte de la OTAN, Estados Unidos y algunos de sus aliados como Reino Unido, Australia, Canadá y Japón, sobre la presunta vinculación de China con el ciberataque global contra Microsoft sufrido por 250,000 sistemas informáticos en todo el mundo el pasado marzo.
Ese ataque afectó a instituciones como la Autoridad Bancaria Europea, el Parlamento noruego y la Comisión del Mercado Financiero de Chile.
A las acusaciones se sumó también este lunes, aunque de una forma menos contundente, la Unión Europea (UE), cuyo alto representante para Política Exterior, Josep Borrell, urgió en un comunicado a China a que no permita que su territorio se utilice para actividades cibernéticas maliciosas.
Washington aseguró en un comunicado que el Ministerio de Seguridad Pública de China, el principal órgano policial y de inteligencia del país, contrata a piratas informáticos criminales para llevar a cabo operaciones cibernéticas no permitidas a nivel global tales como extorsión cibernética, secuestro criptográfico y robo a víctimas de todo el mundo para ganancia financiera.
Zhao calificó de inaceptable la coalición de Estados Unidos con sus aliados con el objetivo de culpar a China.
El portavoz chino declaró que estas irracionales acusaciones por parte de Estados Unidos y sus aliados persiguen fines políticos y China nunca lo aceptará.
Además, Zhao restó importancia a las acusaciones contra China puesto que una pequeña cantidad de países no pueden representar a la comunidad internacional.
Zhao declaró que uno no se lava manchando a otros y anunció que China tomará las medidas necesarias para garantizar la seguridad cibernética del país y proteger sus intereses.
La actividad en el ciberespacio es difícil de rastrear, aseguró Zhao, y debería haber pruebas completas y suficientes antes de relacionar ataques cibernéticos con el gobierno de otro país.
China se opone completamente a cualquier forma de ciberataque y no fomenta o apoya ataques de piratas informáticos.
Anteriormente, China había calificado hoy de infundadas las acusaciones a través de un comunicado publicado en la página web de la Embajada de China ante la UE, asegurando que los comunicados de la UE y la OTAN no se basan en hechos ni pruebas, sino en especulación y acusaciones infundadas.
Según la embajada china en Camberra, Australia sigue los pasos y repite como un loro la retórica estadounidense, y es cómplice de actividades de escucha bajo el marco de la Alianza de los Cinco Ojos, el acuerdo de inteligencia entre EU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
‘Lo que el gobierno australiano ha hecho es extremadamente hipócrita, como un ladrón gritando ¡al ladrón!’, afirmó el texto de la delegación china en Australia.
Por su parte, la misión china en Nueva Zelanda calificó la acusación de irresponsable y apuntó que ha presentado una queja formal ante las autoridades.
La Embajada de China en Canadá consideró igualmente que las acusaciones vienen de la nada y son difamación maliciosa.
Las delegaciones chinas incidieron en lo que calificaron de hipocresía, alegaron que China es también víctima de ciberataques y abogaron por acabar con ellos de acuerdo con la ley.
En la misma línea, el portavoz chino de Exteriores, citando datos del Centro Nacional de Respuesta a Emergencias de Internet de China (CNCERT, por sus siglas en inglés), aseguró que existen 52,000 servidores de control de programas maliciosos ubicados fuera de las fronteras chinas que controlan 5.31 millones de servidores dentro del país.
Pese a las acusaciones, los países involucrados en las denuncias a China han evitado imponer hasta el momento sanciones al país asiático por ello.
Se trata del último episodio de las tensas relaciones entre Washington y Pekín, que comenzaron a deteriorarse sobre todo desde marzo de 2018, cuando el expresidente estadounidense Donald Trump comenzó una guerra comercial con la potencia asiática que se extendió a ámbitos como el tecnológico o el diplomático.