En la ciudad meridional de Shenzhen, conocida como el Silicon Valley de China, se exhiben distintos kits para crear robots con los que niños desde los 6 años pueden aprender a programar desde un software y comprobar después físicamente, en un juguete, cuáles son sus funcionalidades.
Pero además de vender estos productos en puntos de venta de 140 países (un 70 % de los ingresos de la firma proceden del extranjero), Makeblock ha desarrollado un concepto de «laboratorio de robótica» que ya está implantado en 20,000 colegios de todo el mundo.
Kenny Wang, responsable de la firma para Europa y África, explica que en Europa los países en los que tienen más presencia son el Reino Unido y Francia, donde «los sistemas educativos están más avanzados».
En España, un mercado en el que la empresa entró en 2015, su sistema de aprendizaje se enseña en algunos institutos de Educación Secundaria Obligatoria de la Comunidad de Madrid, una región que está actuando como «piloto» para probar el programa en 2018 y extenderlo el próximo año al resto de comunidades autónomas.
La implantación de la Robótica y Programación como asignatura lectiva requiere en primer lugar una legislación en este sentido, explica Wang, y después es necesario formar a los profesores para que estén preparados para impartirla.
«La clave de la educación es empoderar a los niños y jóvenes para que sean capaces de crear cosas», insiste, mientras explica que la programación sirve para «conectar a las personas con la inteligencia artificial y los robots«.
Esta asignatura del futuro cercano se enmarca dentro de la denominada educación STEAM, que engloba el estudio y aprendizaje de distintas disciplinas como ciencias, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas (de cuyos nombres en inglés proceden las siglas).
No obstante, la implantación de esta materia como asignatura obligatoria puede despertar las críticas de quienes lamentan que los niños y jóvenes pasen demasiadas horas frente a pantallas de dispositivos inteligentes en vez de jugar al aire libre o hacer deporte.
«Nuestro sistema combina el ordenador con el juguete, el mundo digital con el mundo físico», por lo que es preferible a las vídeoconsolas o juegos de ordenador, defienden en Makeblock.
Entre sus productos destacan un robot ligero con forma de dron que puede volar y deslizarse por el suelo o el agua, y un robot inteligente con forma de coche que combina un soporte de cuatro ruedas con un mando de control y es capaz de evitar obstáculos, identificar colores y seguir líneas.
La firma china organiza además competiciones de robótica para niños y jóvenes en distintos países del mundo en colaboración con empresas o asociaciones.
Un ejemplo es la que celebraron en EEUU el año pasado junto al diario Washington Post, en la que retaban a los participantes a construir en 12 horas un robot que ayudara a periodistas a recabar información en situaciones adversas como un incendio o un escape de gas.
El modelo de negocio de la compañía se divide entre la venta al consumidor final y los acuerdos con colegios e institutos, que representan respectivamente un 30-40 % y un 60-70 % de su facturación total.
En 2017 la firma china aumentó sus ingresos un 61% hasta los 320 millones de dólares, desde los 200 millones de dólares, que había facturado el año anterior.