Representantes de los gobiernos de China y Estados Unidos se reúnen en Ginebra este martes para abordar, por primera vez en un encuentro bilateral, los desafíos planteados por la inteligencia artificial (IA), un campo en el que empresas de ambos países lideran la investigación a nivel mundial.
Según fuentes diplomáticas estadounidenses, la reunión se llevará a cabo a puerta cerrada y no se ha revelado quién liderará la delegación china.
Por parte de Estados Unidos, el diálogo estará encabezado por el director de Tecnología y Seguridad Nacional, Tarun Chhabra, y por el enviado especial interino del Departamento de Estado para tecnologías críticas y emergentes, Seth Center.
Estas conversaciones sobre los riesgos y desafíos de seguridad asociados con esta nueva tecnología son el resultado de la cumbre entre los presidentes de ambos países, Joe Biden y Xi Jinping, celebrada en noviembre del año pasado en San Francisco, donde ambas partes acordaron abordar esta cuestión.
‘Estados Unidos y China intercambiarán puntos de vista sobre cómo cada gobierno entiende los riesgos de los sistemas avanzados de IA y cómo abordarlos’, dijo el lunes la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Adrienne Watson.
Desde la Administración Biden se ha señalado a los medios de comunicación que la conversación con Pekín no se centra en promover algún tipo de cooperación técnica o de investigación sobre esta tecnología.
Grandes empresas tecnológicas de ambos países, como Google, Microsoft, Alibaba o Tencent, cuentan con divisiones especializadas en el desarrollo de esta tecnología basada en avances que permiten a las máquinas o software el aprendizaje automático.
Además, en Estados Unidos también hay empresas emergentes que han destacado a nivel internacional, como OpenAI y su conocido programa conversacional ChatGPT.
A pesar de la competencia entre ambos países por establecer las reglas asociadas con la inteligencia artificial, también están buscando posibles áreas de consenso en este sector, que es visto con gran esperanza por empresarios, aunque sus futuras consecuencias aún generan incertidumbre entre sociólogos, expertos en tecnología y economistas.
