Un grupo de especialistas de Estados Unidos y Noruega desarrolló una aplicación que aprovecha la inteligencia artificial (IA) para clasificar la salud mental de los usuarios.
Los expertos del Instituto de Ciencias Cognitivas (ICS) de la Universidad de Colorado aseguran que el sistema alcanza un nivel de precisión igual o superior al de los humanos.
La aplicación utiliza inteligencia artificial aplicada a psiquiatría para determinar por medio de reconocimiento de voz el estado mental de los pacientes y ayuda a los médicos a diagnosticar posibles enfermedades mentales.
Según Peter Foltz, profesor e investigador del ICS, el proyecto no busca reemplazar a los médicos clínicos sino crear herramientas que les permitan monitorear mejor aspectos como los períodos de sueño o los signos vitales de esas personas, incluso vía remota.
De igual forma, el estudio busca determinar si la psiquiatría puede confiar en la inteligencia artificial y cuál sería el marco médico, tecnológico y legal para hacerlo.
Según Foltz, casi 1 de cada 5 personas en Estados Unidos padece de problemas de salud mental y muchos de ellos no tienen acceso a psiquiatras o psicólogos.
La inteligencia artificial puede percibir cambios en la manera de hablar de las personas, para así detectar potenciales problemas de salud mental.
Por ejemplo, frases incomprensibles pueden revelar esquizofrenia, cambios en la velocidad o tono del lenguaje indicarían depresión y las pausas al hablar pueden ser un signo de pérdida de memoria.
Para completar su clasificación (la app no realiza diagnósticos), se le pregunta al usuario sobre sus emociones y luego le pide que cuente una historia, que escuche y repita otra historia, y que mueva sus dedos sobre la pantalla, esto último para analizar la capacidad motriz.
Y si la aplicación detecta un problema, alerta al médico del paciente.
En total, 225 personas en Estados Unidos y en Noruega formaron parte del grupo inicial de estudio.
Foltz indicó que la aplicación aún no está disponible comercialmente, pero que se usará para comprobar su eficacia y ganarse la confianza del público antes de que su uso se convierta en práctica común en psiquiatría.