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Efectos de la portabilidad (Columna de Ernesto Piedras)

Desde hace muchos años, el mayor dinamismo de servicios de telecomunicaciones se registra en el segmento móvil, el cual en un año ha aumentado su base de líneas en 11.6 millones, con un crecimiento de 22%, equivalente a cinco veces lo que creció la economía en el mismo periodo. Al finalizar septiembre pasado se registraron un total de 64.6 millones de líneas acumuladas entre Nextel, Telefónica Movistar, Iusacell-Unefon y Telcel, y para el cierre del 2012 alcanzarán 94 millones.

En ese mercado de dimensiones y ritmos de crecimiento tan espectaculares, ¿qué debemos esperar con la próxima introducción de la portabilidad numérica (PN)?

¿Cómo llegamos al estado actual?

Desde que fueron asignados los primeros números de teléfono en el país, cambiar el servicio de lugar, de operador de telefonía y/o de servicio de telecomunicaciones, ha representado un costo para los usuarios. Dicho costo puede dividirse en el costo de cambio de zona, costo de instalación de la nueva línea, costos administrativos y por último, el costo económico y social asociado a cambiar de número.

Sin embargo, con la introducción de la portabilidad numérica, entendida como la capacidad de mantener el mismo número al cambiar de lugar, operador o servicio telefónico, algunos de los costos mencionados se reducirán y en muchos casos desaparecerán.

De manera simple, el costo de cambiar de número incluye desde el tiempo en investigar y tramitar el cambio de operador, la impresión de papelería con la información de contacto actualizada para los negocios, el costo de realizar llamadas para advertir del cambio de número, hasta la pérdida de las llamadas que no llegarán al nuevo destino, siendo mayor este costo en las líneas comerciales, debido a la pérdida de negocios potenciales.

Por su tamaño, quien sí cuenta con los beneficios de la PN es precisamente Telmex, quien la provee a todos sus usuarios que la soliciten en distancias no muy grandes, sujeto al pago correspondiente.

No obstante, la portabilidad numérica, que entrará en operación en la segunda mitad del 2008 en México, es la que se refiere al cambio de operador, ya sea de fijo a fijo o de móvil a móvil, dentro de una misma Área de Servicio Local (ASL) y bajo la misma modalidad de pago, es decir, si tiene contratado el servicio con «El que llama paga» (CPP por sus siglas en inglés) no podrá contratar con otra empresa «El que recibe paga» (MPP), ni viceversa.

En el mundo opera ya desde hace varios años y en ningún caso se ha observado una migración masiva de clientes entre los operadores telefónicos. Lo que sí deja ver la experiencia internacional es que los efectos de la PN dependen de los términos regulatorios y de la estructura de mercado existente en cada caso, como el grado de concentración (a mayor concentración, mayor PN), nivel de los cargos de portación (más altos los cargos al usuario, menor la PN) y el tiempo promedio de portación (mayor tiempo para el cambio de operador, menor la PN).

Así, queda clara la relevancia del trabajo que realiza la autoridad para generar los términos óptimos para el usuario y factibles para la industria.

Lo primero que cabe esperar es un ligero aumento del tamaño del mercado, por efecto de la mayor competencia y efectos en precio, cobertura y calidad, elevando el techo del mercado al nivel de 97.8 millones en el 2012.

Una lógica simple, sugeriría que dicha migración se dará mayormente desde el operador que en cada segmento tenga la mayor participación de mercado, con beneficios netos positivos para los competidores. Lo primero ni dudarlo, pero acerca de lo segundo, dependerá del grado de satisfacción que hoy registren los clientes de cada empresa de telecomunicaciones, pudiéndose presentar el caso en que alguno de dichos competidores resultara perdedor en el agregado.

Hoy día, las áreas de planeación estratégica o de inteligencia de los operadores deben estar enfocadas a dimensionar los efectos de la introducción de la PN y a retener con beneficios a sus clientes, particularmente a los susceptibles de dejarlos.

Fuente: El Economista, Ernesto Piedras, Director de The Competitive Intelligence Unit www.the-ciu.net