En nuestro entorno personal viajan millones de datos que no percibimos, pero que en alguna medida los detectamos e incorporamos en nuestras actividades cotidianas, con lo cual reproducimos constantemente nuevos datos que se suman al inmenso caudal que generamos los humanos, las entidades y las cosas que nos rodean.
Ya sea en dispositivos móviles o fijos, en nuestros artículos del hogar y trabajo, o bien con sensores en nuestro propio cuerpo, e incluso en transportes, centros de salud, en máquinas que se conectan con otras máquinas, etc., se generan y acrecientan datos en forma exponencial, que al combinarlos, clasificarlos y analizarlos, descubrimos un enorme caudal de información valiosa y útil para todos los órdenes de la convivencia humana, ya sea en la salud, la energía, el transporte, la seguridad, el trabajo, etc.
Como dato relevante, se estima que en el año 2020 se registrarán 50,000 millones de conexiones a nivel global, con datos provenientes de dispositivos, personas, procesos y cosas, que convergerán en la red.
Cuando hablamos de reconocer el valor estratégico de este gran volumen de datos, hablamos de Big Data, que se estima será la gran prioridad durante los próximos cinco años, provocando cambios profundos en los modelos de negocio, las estructuras organizacionales, el diseño de productos y servicios, así como las estrategias de mercado, e incluso los perfiles y facultamientos profesionales.
La seguridad, la privacidad y el respeto, deberían ser los parámetros que acoten y definan los nuevos escenarios y estrategias empresariales.