Todavía no ha llegado el gran salto que traerá el auto verdaderamente autónomo a las carreteras. Aún no es previsible que antes de cuatro años se descubra el ‘cerebro del coche’.
De hecho, los automóviles actuales cuentan ya con un considerable grado de autonomía, sin embargo, el coche no tripulado es otra cosa.
Ante este hecho, existe la Sociedad de Ingenieros Automotrices, una entidad que reúne a todos los diseñadores de vehículos y que ha establecido cinco niveles para poder calificar al auto que, cumpliendo con los requisitos establecidos, pueda superar el valor que supone el criterio y la capacidad de decisión de los humanos.
Por ahora, las versiones más avanzadas llegarían al nivel tres, lo cual quiere decir que el auto tendría volante y pedales y debería estar atento al entorno, sin embargo, depende por completo de la supervisión humana.
Para el Director de Investigación Avanzada de Ford, Ken Washington, se logrará el nivel cuatro, considerado de ‘alta automatización’ para el 2020, cuando el coche verdaderamente se apropie del control.
En esta fase los autos podrán ser totalmente autónomos, es decir, llevarían a un pasajero de un punto a otro sin intervención humana, aunque se requerirá del criterio de una persona ante circunstancias especiales.
En el nivel cinco, el apoyo humano sencillamente no existiría para lograr el desplazamiento del auto. Esto, sin embargo por ahora resulta ser ciencia ficción.
Para alcanzar el nivel cuatro, aún queda mucho trabajo por delante. Lo primero es tener un sistema de localización de manera mucho más precisa que hasta ahora, para lo cual se requiere de mapas con una muy alta definición que ubiquen los objetos y elementos de la naturaleza muy específicos, como los árboles en una carretera.
Estos mapas además tendrán que desarrollarse en 3D para conocer las condiciones físicas de las carreteras y sus entornos, y además para evitar la desactualización de las cartografías de navegación tradicionales, como Google Maps.
Este auto deberá crear las cartografías sobre la marcha y con una resolución que permita evitar riesgos que incluso pueden estar por debajo de 1 metro. Una vez que se cuente con estos mapas, los sensores indicarían lo que se encuentre en movimiento cerca del vehículo.
Los nuevos sensores alcanzan un rango de 200 metros, cuando el primer modelo sólo llegaba 70, y son capaces de identificar no solo personas que se interpongan en el camino sino también a animales.
Frente a todas estas condiciones, y más allá de ellas, un directivo de Ford reconoce que la autoconducción es un elemento atractivo para los consumidores, pero nunca lo será tanto como la estética: la apariencia de un coche seguirá siendo en los próximos años, al igual que en la era analógica, la primera motivación para decidirse por un vehículo.
Ante los actuales modelos, hábitos y estímulos de la gente para interactuar con el vehículo, las empresas están consultando a psicólogos y antropólogos para entender lo que significa, dentro de diferentes culturas, la experiencia de conducir y anticipar cómo reaccionarán los arquetipos del conductor a la idea de no tener ya el control sobre el volante.
Concretamente, las empresas tienen el reto de cómo hacer que el coche, cada vez más complejo, no necesite un manual de instrucciones de cientos de páginas para ponerlo en marcha. También, la necesidad de disminuir el mayor riesgo de distracción que implica manejar un vehículo con cientos de prestaciones.
Un coche semiautónomo como el que recorrería las carreteras durante años antes de que llegue el vehículo 100% auto conducido, estará plagados de apps que pueden alterar la atención al volante. Los asistentes de voz podrían solventar en parte la distracción, evitando al menos que se tenga que apartar la vista de la carretera, aunque sea sólo para fijarse en una parte del parabrisas para recibir información o dar instrucciones.
Por otra parte, durante mucho tiempo convivirán diferentes perfiles de conductores: los que querrán seguir con todo el control al volante y los que ni siquiera tendrán licencia para conducir.
Mientras todo esto ocurre, los fabricantes se aplican en adelantar las trabas que supone la regulación. Las grandes asociaciones del sector están haciendo lobbying con reguladores de varios países para intentar allanar el camino legal de los futuros y verdaderos ‘automóviles’.
Con información de El País