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El gobierno en telecomunicaciones (Columna de Ernesto Piedras)

Existe un sinnúmero de acepciones de la noción de desarrollo, pero el común denominador es que consiste en un proceso de cambio cualitativo y cuantitativo, en términos del crecimiento económico continuo y sostenido que se acompaña de la elevación de los niveles de bienestar.

De manera consistente, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 asume como propósito «crear una atmósfera en que todos puedan aumentar su capacidad y las oportunidades puedan ampliarse para las generaciones presentes y futuras».

Es precisamente en esos dos componentes, crecimiento y bienestar, que las telecomunicaciones juegan un papel central en la consecución del desarrollo integral.

En el Plan Nacional de Desarrollo (PND), el elemento del desarrollo parece claro, pero la que sí requiere una puntualización es la noción de «plan». Es claro que la noción de planeación en el siglo XXI dista mucho de la de planificación que le dio origen en México en la década de los 30, con el Plan Sexenal. El PND 2006-2012 debe ser hoy, en lugar de un documento normativo y conductista, una guía de reglas claras, estables y conducentes para la operación en términos de competencia para los jugadores de la industria.

En México, como en el resto del mundo, el sector de las telecomunicaciones es líder en la economía y juega un papel vital para su desempeño.

Sistemáticamente, año tras año, ha mostrado la capacidad para crecer entre dos y seis veces más que la economía en su conjunto.

Además, su transversalidad en el sentido de que los servicios de telecomunicaciones son hoy un bien esencial de la función de producción de las empresas, en las fases de abasto de insumos, transacciones financieras, manejo de nómina, comercialización, etcétera, es decir, en el proceso completo de sus respectivas cadenas de valor.

Con todo y a pesar de las impresionantes cifras de crecimiento que reporta el sector, como país hemos carecido en el pasado reciente de la capacidad que han mostrado nuestros principales competidores para ajustarnos a las nuevas condiciones económicas y tecnológicas, con adecuaciones y reformas regulatorias y legales en el campo de las tecnologías de la información y comunicaciones.

Es por ello crucial que materialicemos ya la capacidad de aprovechamiento de todos los recursos económicos y tecnológicos nacionales y del resto del mundo a favor de la operación de nuestro sector, para cerrar las brechas de competitividad y digital, con las cuales no podremos cerrar nuestra brecha de desarrollo como país. A ello, sin duda, debe contribuir el PND 2006-2012.

Bienestar

Ya quedó establecido que el crecimiento económico no es desarrollo por sí mismo y, sin duda, ese componente del desarrollo lo atiende eficientemente la interacción del mercado y las políticas públicas.

Pero, ¿qué hay al respecto de la distribución equitativa de los diferentes medios de acceso en la población de niveles socioeconómicos (NSE) bajos? La intuición nos deja anticipar que hay un tema pendiente. Si bien en la actualidad una cifra preocupante es que 20% no cuenta con ningún tipo de acceso, también resulta esperanzador que un año atrás la cifra equivalente de personas sin accesos propios alcanzaba 25%. Esto hace evidente que el mercado y la regulación están haciendo su trabajo. Sí, pero no todo.

A menos que haya un cambio tecnológico que reduzca significativamente la inversión en infraestructura y de esa manera reducir costos (y tarifas) que permitan una mayor penetración y cobertura móvil, la teledensidad móvil alcanzará 94 millones de líneas en 2012, que representa una teledensidad de aproximadamente 80%.

Este ejemplo deja claro uno de los objetivos que debe encarar el PND 2006-2010: proveer cobertura de servicios convergentes a toda la población, pero sobre todo con políticas dirigidas a aquella población de menores oportunidades y capacidades económicas.

Política integral

Nuevamente se hace evidente que la Política de Telecomunicaciones no puede, ni debe, estar desvinculada del resto del complejo económico. La bidireccionalidad de la relación es clara. Cerrar la brecha de pobreza y desarrollo contribuirá a cerrar la brecha digital en todas sus dimensiones.

Con todo, es evidente que el sector de las telecomunicaciones posee el carácter dual de generar simultáneamente crecimiento y desarrollo económicos. La apuesta es entonces para aprovechar al máximo este potencial económico. El reto, lograrlo en un contexto de competencia efectiva para el aprovechamiento de nuestra población en pleno.

Fuente: El Economista, Ernesto Piedras, Director General de The Competitive Intelligence Unit