El evento anual más importante de la electrónica de consumo, la feria CES, abrió hoy sus puertas en Las Vegas donde se confirmó el momento de transición que vive el sector, agotado ya el frenesí comercial de tabletas y teléfonos inteligentes y a la espera del próximo fenómeno tecnológico.
Los candidatos a liderar esa siguiente revolución dan luz y color a los centenares de expositores que han tomado hasta el 10 de enero el centro de convenciones de la «ciudad del pecado», en un intento por cautivar a los alrededor de 150,000 asistentes, entre profesionales y periodistas, que deambulan por CES en busca de novedades.
La cara más llamativa de esa nueva ola de productos es la de televisores de gran formato, aquellos destinados a generar más un impacto visual que ventas dado su precio estratosférico (decenas de miles de dólares) y lo poco prácticos que resultan para cualquier vivienda estándar.
Las ventas de televisores subirán de forma progresiva durante el próximo lustro, según las predicciones de Consumer Electronics Association (CEA), organizador de CES, a pesar de que los ingresos del sector tecnológico tienden a caer globalmente, un 1% en 2014, una vez superada la fiebre de los últimos cinco años por tabletas y teléfonos.
Actualmente un 55% de los hogares en Estados Unidos tienen ya al menos una tableta y más de un 60% de los ciudadanos tiene un smartphone, un panorama extrapolable a otros países ricos; mientras que en las regiones en desarrollo se imponen los aparatos inteligentes con menos prestaciones pero económicos, una merma para los ingresos del sector.
La implantación masiva de teléfonos de altas prestaciones en la sociedad abrió la puerta al desarrollo de un negocio incipiente que se respira igualmente en CES y ya se ha bautizado como ‘el internet de las cosas‘.
Esa expresión resume una idea que consiste en conectar todos los elementos de la vida cotidiana entre sí y a través de internet de tal forma que desde la televisión y la lavadora, hasta el automóvil interactúen con su propietario gracias a una serie de aplicaciones que se gestionan en el teléfono.
Como ejemplos de esta tecnología es el concepto Smart Home de Samsung y la gama de electrodomésticos inteligentes de LG cuyos sistemas, que incluyen reconocimiento de voz, permiten comprobar a través del teléfono qué productos hay en el refrigerador, sus fechas de caducidad o el estado del lavado de ropa o de un asado en el horno.
En este mismo contexto se enmarcan los sensores que miden la actividad física, el ritmo cardíaco, el azúcar en sangre o los relojes smartwatch, esa informática para vestir que va marcando territorio y ya no solo se preocupa de ser práctica, sino también de su estética.
En lo que a los televisores se refiere, Samsung y LG han presentado mastodónticas pantallas curvadas de 105 pulgadas, buscando evitar que su rival se pusiera medallas y acaparara en solitario portadas en los medios de comunicación por cuestión de tamaño.
Esas teles son solo la punta del iceberg de la nutrida colección de pantallas que pueblan el evento y que en su mayor parte oscilan entre las 85 y las 50 pulgadas y se agrupan bajo el paraguas de lo que se ha venido a llamar Ultra HD (UHD), terminología que poco a poco sustituye a lo que se venía conociendo como resolución 4K.
La denominación no es asunto de poca importancia, más aún después de la confusión que las compañías han ido sembrando en el consumidor en los últimos años al emplear nomenclaturas diversas para promocionar sus innovaciones, tal como constató un informe de la CEA.
Así conviven en el mercado HD, UHD, 4K, OLED, LCD, Plasma y 3D para calificar a los tipos de televisores. En esta feria se ha evidenciado un consenso en el sector para simplificar las cosas.
Se impone el UHD, que añade el concepto de «ultra» al manido HD para significar la mayor resolución existente (4 veces más que HD) y se deja en un segundo plano el resto de apelativos, como OLED, cuya tecnología de vanguardia se sigue exhibiendo aunque sin ser la protagonista.
En desgracia sí parecen haber caído las televisiones de plasma, abocadas a desaparecer (en 2017 el 92% del mercado será de pantallas LCD, según CEA), lo mismo que el 3D, elemento estrella de CES en 2010 y que a pesar de los esfuerzos realizados por la industria no cuajó en los consumidores.
Esta semana la empresa Vizio anunció su primera pantalla UHD al tiempo que notificó que dejaba de incorporar 3D en sus televisores.
Queda por ver si las pantallas curvas siguen el mismo camino que el 3D, y pasan de moda, o son un valor de futuro.
«Honestamente, todavía es una tecnología limitada», comentó el editor jefe del portal CNET en Español, Gabriel Sama, para quien es una «buena intención» que los fabricantes quieran crear dispositivos «flexibles y moldeables», aunque hoy por hoy la «curvatura es leve» y poco efectiva.
EFE