La inteligencia artificial y la biometría facial han transformado la vida cotidiana de millones de personas alrededor del mundo, especialmente en sectores como el financiero, donde ya se usa para solucionar varias gestiones, como el retiro en cajeros automáticos o en aperturar cuentas bancarias con solo analizar el rostro del individuo.
Con la llegada del COVID-19, el uso de estas tecnologías se ha acelerado, incorporándose a la operación diaria de muchas otras industrias y actividades que desean aplicar procesos que eviten el contacto físico, o contactless, con el fin de mitigar la propagación del virus y de contagios.
El reconocimiento facial requiere de datos constantes y variados, y su funcionamiento es tan sencillo como complejo, donde un algoritmo traduce determinados rasgos del rostro del individuo en números, para posteriormente convertirlos en patrones.
Por medio de la inteligencia artificial, los biométricos tienen la capacidad de medir, comparar, almacenar y reconocer las características propias del rostro de cada individuo con un alto grado de precisión y confiabilidad, por lo que son la única alternativa técnicamente viable para identificar a una persona sin necesidad de recurrir a firmas, contraseñas u otros códigos que sean susceptibles de ser transferidos o descifrados para fines diferentes a una autenticación positiva.
En este proceso donde las personas tienen un acceso sencillo a estas plataformas, es necesario resaltar que los desarrolladores de esta tecnología más reconocidos son los que colocan en el centro del producto el consentimiento y la privacidad del usuario, con medidas de seguridad grado nivel bancario.
La industria de biométricos está creciendo de manera acelerada en el mundo, con un valor de mercado actual de 25 mil millones de dólares (mdd) y un estimado de cerca de 50 mil mdd para el 2023, lo que significa una tasa de crecimiento de 25% anual. América Latina participa con 9% de ese mercado y las cifras y proyecciones no contemplan entornos sin contacto físico o contactless.
Bajo el nuevo entorno post COVID-19, los biométricos se están usando en el ámbito de la prevención y control de la pandemia con el desarrollo de herramientas de apoyo para verificar el cumplimiento de medidas básicas que incluyen el uso de gel antibacterial, de cubrebocas, la aplicación de cuestionarios de síntomas, hasta pruebas de laboratorio clínico con el objetivo de detectar si la persona está libre del virus, ha contraído el COVID-19 o ha desarrollado anticuerpos.
Estas plataformas tecnológicas consideran en su aplicación las pautas y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros de Control y Prevención, además que están basados en modelos epidemiológicos probabilísticos.
Por Ricardo Amper, CEO de Incode Technologies