Facebook, Instagram y Twitter anunciaron la suspensión de 274 cuentas con cientos de miles de seguidores que pretendían influir en la comunidad afroamericana de Estados Unidos.
Facebook y Twitter anunciaron que suspendían 69 páginas y 49 cuentas de Facebook, 85 cuentas de Instagram y 71 de Twitter. Su origen y tipo de operación llevaba el sello ruso, pero las páginas se operaban desde África.
‘Esta red estaba empezando a construir una audiencia y era operada por ciudadanos locales de Ghana y Nigeria por órdenes de individuos en Rusia’, según el comunicado de Facebook. ‘Su objetivo era Estados Unidos’.
Facebook vincula a esos ciudadanos rusos a la Internet Research Agency (IRA), que fue la organización responsable de la campaña en Estados Unidos de 2016 desde San Petersburgo. La IRA está financiada por Yevgueni Prigozhin, conocido como el cocinero del Kremlin.
La operación cumple los requisitos de una subcontratación para la vigilancia de las plataformas. Los 16 miembros que trabajaban en la granja dependían de una ONG llamada EBLA (Eliminando Barreras para la Libertad de África), por sus siglas en inglés. Su sede estaba a una hora de Accra, la capital de Ghana, en en una zona residencial, y su jefe era un tal señor Amara, de Sudáfrica. Amara era, en realidad, un ghanés llamado Seth Wiredu que vivió durante años en Rusia.
El descubrimiento de esta red se inició en paralelo por Facebook y la CNN. La cadena estadounidense es, de hecho, la que destapó el tinglado de Wiredu en Ghana. Según la investigación, Wiredu era aparentemente el único de la granja que conocía los motivos exactos de su trabajo.
Las cuentas tenían como objetivo crecer su audiencia entre la comunidad afroamericana en Estados Unidos. La CNN logró entrevistar a una de las chicas encargadas de gestionar cuentas, que reconocía su esfuerzo en ganar seguidores. La repetición de posts virales sobre los problemas con la policía o denuncias históricas de la comunidad afroamericana era central para aumentar su difusión.
No resulta claro si la campaña iba a inmiscuirse directamente en la batalla electoral o si su labor era solo perjudicar la convivencia.
El paso último de estas campañas es conseguir que los mismos estadounidenses sean quienes hagan el trabajo de influir en sus compatriotas, ignorando que lo hacen en nombre de Rusia.
