El empleo de las nuevas tecnologías biométricas requiere de la toma de responsabilidad de los gobiernos para ejercer una regulación.
‘La biometría está aquí para quedarse’, afirma Anil Jain, profesor de la Michigan State University de Estados Unidos, quien considera de gran valor el aporte de esta tecnología para múltiples aplicaciones que se extienden a todo tipo de usos civiles, empresariales y de gobierno.
De hecho, ‘el uso de la biometría empezó con las aplicaciones forenses, luego pasó a los controles fronterizos y ahora se está extendiendo a todo tipo de aplicaciones civiles’, comenta Jain.
Sin embargo, existe la preocupación principal que está relacionada con la necesidad de estrategias de defensa ante ‘posibles ataques a un sistema biométrico’, explica.
Este peligro puede verificarse a través de la reproducción artificial de las huellas y de la cara de una persona con modelos plásticos, o con ataques a las bases de datos públicas. ‘Si se robaran los datos biométricos de un ciudadano, se podrían utilizar para sacar dinero de una cuenta bancaria’, indica Jain.
Los investigadores trabajan intensamente para mejorar la precisión de los sistemas biométricos, según lela especialista. Un gran reto, agrega, es conseguir la capacidad de gestión de cantidades cada vez más amplias de datos. ‘En el mundo vivimos 7,500 millones de personas. ¿Podríamos desarrollar un sistema que afirme con seguridad quién es usted entre estos 7,500 millones?’.
Cuanto más crece el potencial de la biometría, más se agudiza el debate sobre la legitimidad del uso de datos que se consigue captar. La preocupación principal es la privacidad, asegura Jain.
Con tantas cámaras de seguridad, para la policía es fácil hacer un seguimiento de una persona. Ahora, si se trata de un criminal está bien. Pero si no fuera así, sería una invasión a la privacidad. Se podrían conocer cuáles son las costumbres de una persona, las tiendas que se visitan, los amigos que uno tiene. Todo eso sería propio de una sociedad totalitaria basada en el uso de la biometría’, afirma.
El investigador invita a reflexionar sobre las que considera son las grandes cuestiones dentro de este debate. ‘Si usted transmitiera sus datos biométricos a un banco, ¿quién sería el propietario? ¿podría usted pedir al banco que los elimine?, y agrega: ¿el banco podría pasar esos datos a la policía? Los habría recopilado para una aplicación, pero los compartiría para otras funciones sin su consentimiento’.
Jain cree que una eventualidad como esta sería algo que ‘está mal’ y apela a una toma de responsabilidad de los poderes públicos. ‘La única manera para controlar esto es una regulación por parte de los gobiernos’, mantiene.
‘La investigación es un camino que exige paciencia, persistencia y búsqueda’, concluye Jain.