El día de hoy el GPS (Sistema de Posicionamiento Global) se utiliza de manera natural en múltiples actividades e industrias, ya sea para guiar a aviones barcos y tractores, o bien para vigilar a delincuentes e incluso encontrar depósitos de petróleo.
Greg Miller, experto en el tema, explica que el GPS sabe cuando la tierra se deforma; detecta el movimiento de las placas tectónicas a menos de 1 mm; y puede indicar en cuanto tiempo llegará un Uber.
El enorme potencial del GPS fue detectado por el pentágono y trató de alcanzar una visión más precisa que la señal civil. Las empresas comerciales de GPS se centraron en el diseño de dispositivos más baratos y precisos, para las personas.
Con el advenimiento de los teléfonos inteligentes, el GPS logró un alcance inusitado, de hecho, nos ha permitido llevar una poderosa computadora en nuestro bolsillo, con una gran cobertura mediante 24 satélites GPS que circundan el planeta, comenta Miller, quien agrega que la ubicuidad exige un precio y parte de ese precio es la facilidad con que ahora se nos puede localizar y darnos seguimiento.
Hoy en día, las personas siguen al cien por ciento y ciegamente las instrucciones del GPS, ya sea en lagos, en el mar o en las ciudades, donde incluso detecta que el nombre del lugar de destino está mal escrito.
Ante todo esto, se especula, citando una investigación psicológica, cómo se puede estar alterando la estructura de nuestro cerebro a causa de la dependencia tecnológica.
Sin embargo, ¿cuánto debemos preocuparnos por esto? Miller no plantea la pregunta que requeriría de una conferencia. Está demasiado ocupado rastreando todos los afluentes fascinantes que alimenten su historia de los GPS.
Con información de Bloomberg