La lucha por el dominio mundial entre China y Estados Unidos se ha trasladado al campo de la inteligencia artificial (IA), generando una nueva brecha en la ya existente desigualdad tecnológica entre las dos superpotencias.
Hasta el momento, Estados Unidos ha mantenido una ventaja competitiva, pero la exclusión de nuevas empresas chinas en los últimos meses ha puesto en tela de juicio su liderazgo.
La empresa con sede en Beijing, Baidu, afirmó recientemente que su servicio Ernie Bot supera al ChatGPT de OpenAI en varios aspectos clave. Además, el gigante de entrega de alimentos Meituan se ha sumado a la carrera de la IA al adquirir una startup cofundada por casi 234 millones de dólares para desarrollar servicios similares al ChatGPT.
Se estima que los empresarios, científicos, programadores y financieros chinos invertirán alrededor de 15,000 millones de dólares en tecnología de IA este año, impulsando aún más el sector.
OpenAI sigue siendo una figura dominante en las noticias relacionadas con la IA. Moody’s, por ejemplo, anunció su colaboración con Microsoft y OpenAI para crear asistentes de IA que ayuden a los gerentes a evaluar el riesgo.
Sin embargo, OpenAI también ha enfrentado críticas, ya que ha sido acusada de robar grandes cantidades de información personal para entrenar sus modelos de IA.
Dado el rápido avance de la tecnología, la regulación se ha convertido en un tema crucial en las conversaciones sobre la IA. Grandes empresas tecnológicas como Google, Microsoft e IBM han instado a los legisladores estadounidenses a supervisar el desarrollo de la tecnología y a resistir las medidas de la Unión Europea que consideran restrictivas para el sector en crecimiento.
Por otro lado, la ciudad de Nueva York está considerando la adquisición de una supercomputadora para comprender y regular la IA, mientras que la Unión Europea está implementando sistemas de pruebas de choque para garantizar la seguridad de las nuevas innovaciones antes de que lleguen al mercado.