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IED en telecomunicaciones (Columna de Ernesto Piedras)

¿Es necesario en México proteger a una industria con crecimientos superiores a 20% al año, como lo es la de telecomunicaciones? La respuesta es categóricamente no.

Para justificar esta respuesta habrá que recordar que el sector de telecomunicaciones se ha caracterizado por ser el más global de todos los de la economía, toda vez que emplea la misma tecnología que en otros países, los mismos materiales, aparatos, sistemas, plataformas, espectro e incluso mismos operadores.

¿Para qué querríamos más inversión extranjera en telecomunicaciones? En este sentido, la IED representa para las telecomunicaciones un elemento crucial en términos de inversión de capital no especulativo, que se aplica a la acumulación de capital de infraestructura que permanece en el país, aún cuando el inversionista deseara retirarse del mercado.

Algunos de los efectos discernibles en los sectores y segmentos en los que está permitida son: 

Generación de empleo, sobre todo de alta productividad, resultado de la introducción de tecnología de vanguardia.Demanda de otros insumos para su proceso productivo.Acumulación de capital de infraestructura.Crecimiento económico.Competencia y convergencia por la expansión de actividades de los operadores de telecomunicaciones y operadores entrantes.Y resultante de la mayor competencia, también se derivan: – Aumento en la cobertura, sobre todo entre los sectores de menores recursos y zonas rurales.Disminución considerable en las tarifas de los servicios.La diferenciación del servicio que se brinda a los clientes, dando como consecuencia un incremento en la calidad de los mismos.

Sin embargo y a pesar de recurrir al extranjero para la importación y adopción de tecnología, resulta contradictoria la restricción a la libre movilidad de factores, como el capital productivo. En efecto, paradójicamente, en nuestro país no se permite la entrada de inversión extranjera directa (IED) no especulativa, en todos los segmentos de las telecomunicaciones, al existir un techo de 49% en telefonía fija.

También es cierto que hay mecanismos para disfrazar la inversión extranjera de inversión neutra y así entrar a diferentes mercados, pero no es razón suficiente para negar la apertura del sector. Por el contrario, los incentivos actuales juegan en contra de la inversión, ya que al disfrazarse para entrar a nuestro país carecen de la certidumbre jurídica que posee la inversión nacional, y si agregamos que la infraestructura tiene rendimientos de largo plazo, las empresas foráneas no arriesgarán sus capitales en beneficio de los usuarios.

Todo tipo de capital, independientemente de su origen, eleva el potencial de la economía.

Apertura vs Proteccionismo

Por décadas, la política de desarrollo de México se caracterizó por ser proteccionista hacia las empresas nacionales, con el conocido resultado de incubar ineficiencia, aislamiento, limitada integración y, sobre todo, la falta de dinamismo e innovación. Es importante mencionar que el consumidor es el que resiente la ineficiencia de un mercado sin una competencia efectiva y con inversión insuficiente.

La evidencia en el pasado fue contundente. México no puede darse el lujo de pagar ese precio en su aparato económico, mucho menos en una industria tan importante como las telecomunicaciones.

La evidencia en el presente es contundente. Al comparar dos segmentos del sector, uno parcialmente cerrado a la IED, el fijo, y el otro con plenas capacidades para aprovechar los capitales de todo el mundo, el móvil, resulta claro que éste último cuenta con mayor competencia, más del triple de líneas (62 millones, mientras que la ya centenaria tecnología fija no rebasa los 20 millones de líneas) y tarifas que si bien siguen siendo relativamente altas, muestran una tendencia a la baja.

Se encuentra en el Congreso una iniciativa de modificación a dos artículos de la Ley de Inversión Extranjera para eliminar la barrera a la inversión en telecomunicaciones fijas, con base en los objetivos del fomento a la competencia, mayor penetración de telefonía fija y servicios relacionados, consecuente baja de precios, mejora en la calidad del servicio y la implementación de nuevas tecnologías.

Ahora habrá que esperar que los legisladores dejen de lado dogmatismos y un nacionalismo anacrónico y sin fundamento, para discutir racionalmente esta iniciativa que puede representar la apertura a los flujos de capitales, necesaria para materializar la convergencia de las telecomunicaciones.

Fuente: El Economista, Ernesto Piedras, Director General de The Competitive Intelligence Unit