La Comisión Europea alista un plan con el que prevé movilizar hasta 45,000 millones de euros para que la Unión Europea cuadruplique su producción de semiconductores hasta 2030 y pueda asegurarse el abastecimiento de unos componentes para los que ahora depende de fabricantes asiáticos.
‘Hoy el 50% de los semiconductores se producen en Taiwán. Si por una razón u otra Taiwán no pudiera exportarlos, solo harían falta tres semanas para que casi todas las fábricas que tenemos -de automóviles, carne, electrodomésticos- dejen de funcionar, porque no tendrían semiconductores. Esto no es aceptable, tenemos que dotarnos de capacidad para responder a esta eventualidad’, dijo el comisario europeo de Mercado Único, Thierry Breton.
La pandemia puso de relieve esta dependencia europea para obtener unos componentes indispensables para cualquier dispositivo digital y esenciales para el desarrollo tecnológico e industrial, cuya escasez llegó a forzar a algunas empresas comunitarias a parar temporalmente su producción.
Para revertir la situación, Bruselas se propuso que al final de la década un 20% de los chips del mundo se fabriquen en Europa, que ahora apenas alcanza el 10% de cuota en un mercado que duplicará su volumen en los próximo años.
La herramienta para conseguirlo será la nueva Ley Europea de Chips, que tiene una doble meta: aumentar la producción local para garantizar el suministro y mantener el liderazgo europeo en investigación sobre chips, especialmente los más punteros, que representa una importante ventaja en una cadena de valor muy fragmentada.
La propuesta contempla en concreto destinar 30,000 millones de euros en dinero público para aumentar el número de fábricas de chips en el continente, incluidas las llamadas megafábricas, y apoyar a empresas que quieran invertir en Europa en tecnologías de vanguardia o en mercados nacientes, indicó Breton.
Una segunda partida, de entre 11,000 y 12,000 millones de euros, se destinará a invertir en la investigación y desarrollo de tecnologías de vanguardia, como los chips más pequeños -de tamaño inferior a dos nanometros-, rápidos, con menor consumo de energía, o en su empaquetado avanzado.
La idea es además facilitar que la innovación se traslade del laboratorio a las fábricas, para lo que invertirán en la creación de líneas piloto para producir prototipos, explicó Breton en la sede de IMEC en Lovaina (Bélgica), centro líder de investigación en chips a nivel mundial.
Por último, se creará un fondo que movilizará entre 2,000 y 6,000 millones en inversiones destinadas a que las pequeñas y medianas empresas y las firmas emergentes (start-ups) también puedan beneficiarse de este ecosistema industrial.
En total, el plan podría movilizar hasta 48,000 millones de euros en dinero público, una cantidad comparable a los 52,000 millones de dólares del plan anunciado hace unos días por Estados Unidos para revitalizar su industria de chips, según Breton.
Se espera además que estos fondos públicos atraigan inversión privada, añadió el comisario, que negó que la UE vaya a entrar en una ‘guerra de subsidios’ con Estados Unidos u otras potencias para atraer fabricantes a su territorio.
Bruselas, en todo caso, ha anunciado ya que modificará sus normas de ayudas de Estado para permitir por primera vez subsidiar, con condiciones, la construcción de fábricas de chips, instalaciones que pueden costar miles de millones de euros.
Algunos expertos consideran que sería más eficiente que la UE se centrase en potenciar su ventaja competitiva en investigación y servir a sus sectores con mayor demanda, como el industrial o automovilístico, en lugar de apostar por la construcción de fábricas punteras con un alto coste para el erario.