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La economía del conocimiento: un caso de destrucción creativa (Columna de Ernesto Piedras)

En años recientes se ha llamado a los efectos de las tecnologías de la información y comunicación contemporáneas, así como de sus aplicaciones, como Nueva Economía, Sociedad de la Información, y más recientemente, Economía
Basada en el Conocimiento (EBC). Claro que este asunto es más que retórico y va más lejos que un simple reduccionismo terminológico.

Es evidente que esta tendencia a crecer las expectativas derivada de la irrupción de nuevas tecnologías, no es exclusiva de nuestros días. Ya en los albores de la telegrafía eléctrica, en el siglo XIX, a aquella aplicación
enviada por los seres humanos a través de cables en un lenguaje de puntos y líneas del Código de Morse se le llamó la «carretera del pensamiento», análogamente a la denominación del internet como la «supercarretera de la
información». Al respecto y como recomendación de lectura para el inminente periodo de vacaciones, es muy recomendable el libro del analista del grupo inglés The Economist, Tom Standage, titulado The Victorian Internet (The
Remarkable Story of the Telegraph and the Nineteen Century’s Online Pioneers, 1998), que revela las similitudes tecnológicas, pero sobre todo regulatorias y de mercado, del desarrollo de dos redes que hoy lucen tan disímbolas como la de la telegrafía y al de internet. Se hace claro hoy que en temas de economía de red, las elevadas expectativas, los temas de interconexión, la necesidad de regulación y varios temas más, siempre están presentes de manera determinante para la evolución y el desarrollo del sector.

Hoy sabemos que las economías dependen cada vez más del conocimiento tecnológico y de las habilidades de su fuerza de trabajo para aprovecharlas, al ser las nuevas tecnologías centrales para una dinámica económica y social
basada en el intercambio de información y en la comunicación. Con todo, el uso de nuevas tecnologías contribuye también a disminuir los problemas de pobreza y a reducir la desigualdad de oportunidades, a mejorar las condiciones
sanitarias y educativas, asegurando un nivel mínimo de calidad de vida y un desarrollo sustentable para gran parte de las personas.

Según esta concepción, el conocimiento es considerado un insumo o factor de producción, como la tierra, el capital y el trabajo; Peter Drucker incluso califica al conocimiento como el insumo más importante para el proceso
productivo moderno. Una economía basada en el conocimiento se apoya efectivamente en la habilidad de generar, almacenar, recuperar, procesar y trasmitir informaciones, funciones potencialmente aplicables a todas las
actividades humanas.

Ciertamente las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC´s) aceleran e intensifican el proceso de incorporación de información y conocimiento en la economía y sociedad, dada la posibilidad de recolectar,
procesar y distribuir informaciones en tiempo real y escalas crecientes. Todo esto explica por qué las economías más avanzadas son aquellas que simultáneamente son intensivas en el uso de dichas tecnologías y contenidos.
Si bien, la capacidad de los países para aprovechar la EBC ofrece una oportunidad histórica para el desarrollo, representa también un riesgo de que la brecha de desarrollo con respecto a otros países se ampliara aun más de lo
que ha sucedido en revoluciones tecnológicas anteriores que no se han podido aprovechar.

Es claro que pocos países en desarrollo han conseguido dedicarse a industrias intensivas en conocimiento, como las de software y microelectrónica. Países de industrialización reciente como Corea, Singapur y Taiwán ya alcanzaron un
nivel tecnológico semejante a los países avanzados y pueden ser encuadrados en la categoría de industrializados. Dichos países «exitosos» han logrado atraer inversiones, generar la producción de tecnologías avanzadas y se caracterizan por presentar algunas de las condiciones necesarias en términos de infraestructura y capacitación para ingresar en la economía del conocimiento. Así, la importancia de las TIC´s para el desarrollo está asociada a su
potencial de estimular la innovación y la competitividad en prácticamente todos los sectores de actividad, es decir, contar con una industria local de TIC´s.

Con todo, el uso de las TIC´s por parte de los negocios y de la sociedad está directamente relacionado con la innovación y con los procesos de negocios. Por eso, como ha dicho Robert Bruner, las innovaciones tecnológicas pueden revolucionar no sólo sistemas y modelos de negocios, sino también culturas organizacionales, constituyendo en si un caso de destrucción creativa para la sociedad.

Ciertamente, el aprovechamiento de una EBC ofrece una oportunidad histórica para el desarrollo de países como México, representa también un riesgo de que nuestra brecha de desarrollo con respecto a otros países se amplié aún más de lo que ha sucedido en revoluciones tecnológicas anteriores que como país no hemos podido o sabido aprovechar.

Fuente: El Economista, Ernesto Piedras, Director General de The Competitive Intelligence Unit (www.the-ciu.net)