El entusiasmo creciente en torno a la Inteligencia Artificial está generando un valor innovador en los mercados financieros.
Esto es particularmente evidente para las empresas estratégicamente posicionadas, a pesar de la persistente escasez de financiamiento tecnológico en general.
Un claro ejemplo de esta dinámica es la valoración objetivo de ARM, que oscila entre los 60 mil y 70 mil millones de dólares.
Esta valoración refleja la confianza en que la empresa se beneficiará de la creciente tendencia hacia la adopción de tecnologías de Inteligencia Artificial.
Este cambio de paradigma también ha impulsado a Nvidia, líder en la fabricación de chips para IA, a lograr una capitalización de mercado que supera el billón de dólares.
El reciente ascenso en el valor de las acciones de Nvidia fue catalizado por un informe de ventas trimestrales excepcionales, así como un pronóstico que superó significativamente las proyecciones de Wall Street. Este logro contribuyó a que las acciones se hayan triplicado en valor a lo largo del año.
En el contexto chino, Baidu también superó las expectativas de los analistas en cuanto a sus ganancias trimestrales. Sin embargo, los inversionistas se mantienen cautelosos ante la incertidumbre de si podrá consolidar su liderazgo nacional, dado que Ernie, su competidor de ChatGPT, está a la espera de la aprobación de Beijing para su lanzamiento público.
En el panorama estadounidense, Hugging Face, una compañía que desarrolla software de IA y lo implementa en otras empresas, anunció una valoración de 4,500 millones de dólares tras una exitosa recaudación de fondos de 235 millones de dólares.
Por su parte, Data Bricks, proveedor de herramientas para análisis de datos e Inteligencia Artificial, se encuentra en negociaciones para una nueva ronda de financiamiento que la valoraría en 43,000 millones de dólares. El director ejecutivo asegura que esta recaudación se basa en estrategia, no en necesidad de capital, dado que la empresa se encuentra financieramente sólida.
Sin embargo, no todo es positivo en este panorama. La proliferación de herramientas de Inteligencia Artificial generativa está impulsando la aparición de los deepfakes, lo que marca el inicio de una era de estafas financieras.
Los reguladores están lidiando con este nuevo desafío, mientras que las empresas tecnológicas enfrentan presión de académicos y abogados para eliminar contenido perjudicial, especialmente deepfake pornográfico, de sus plataformas.
Los motores de búsqueda, como Google, son en gran medida responsables del tráfico hacia estos sitios que alojan deepfakes.