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La industria automotriz inicia la gran revolución con vehículos robotizados

Algunas evidencias claras de este gran movimiento se manifiestan, por ejemplo, en Nevada, Estados Unidos, donde Daimler Trucks está probando un camión autónomo llamado Inspiration; Uber experimenta vehículos sin conductor; Volvo acaba de presentar el auto todoterreno dotado con sistema de frenado automático y detección de ciclistas y transeúntes; la compañía china Geely se prepara para poner en marcha en la ciudad sueca de Gotemburgo un programa pilot, con 100 vehículos XC90, de conducción automática.

Según declaraciones hechas al diario Pittsburgh Business Times, para Uber el automóvil es parte de sus esfuerzos iniciales en los campos de mapas, seguridad y sistemas autónomos, que se realizan en su Centro de Tecnologías Avanzadas.

Incluso compañías no vinculadas directamente con el sector automotriz lanzan proyectos de autos robotizados, como es el sonado caso del Apple Car.

El ímpetu de la conducción automática de automóviles es imparable, sobre todo en Estados Unidos, donde ya son cuatro estados los que permiten la circulación de vehículos sin conductor.

La opinión generalizada es que los vehículos autónomos otorgarían tiempo libre a los conductores, reducirían significativamente los accidentes, aliviarían los congestionamientos y disminuirían el combustible consumido.

Sin embargo, en un informe de Barclays de la semana pasada, se dijo que los vehículos autónomos pueden suponer la reducción de un 40% en la venta de autos en Estados Unidos, porque las familias que ahora poseen dos o más vehículos pasarían a tener sólo uno.

Según Barclays, fabricantes como General Motors y Ford necesitarían reducir su producción en Norteamérica un 68% y un 58% respectivamente.

Toda esta dinámica de cambio impetuoso en la Industria Automotriz permite avisorar un futuro sin conductores.

Más allá de todo esto, la realidad actual es que la conducción robotizada está alcanzando velocidades de vértigo, sin que se tenga una idea más o menos clara de los efectos que provocará, no sólo de orden tecnológico y económico, sino en todos los ámbitos corporativos y personales.