El cómputo en la niebla (fog computing), término acuñado por Cisco, implica el uso de uno o más dispositivos cercanos al usuario, incluyendo su móvil, para distribuir la información en lugar de enviar los datos a un único servidor en Internet.
Lo que se denomina ‘información inmaterial’ permanece distribuida en redes públicas y privadas sin estar almacenada en un lugar concreto. De este modo no hay un servidor que pueda ser objetivo de ataques maliciosos y sólo el dueño legítimo del información puede acceder a ella.
‘Mientras que la nube está ahí arriba en algún lugar del cielo, distante, remota y deliberadamente abstraída, la niebla está cerca del suelo, donde las cosas se concretan’, explica Christopher Mims, columnista de The Wall Street Journal.
Ahora bien, la distribución de la información entre uno o más dispositivos y centros de datos más próximos al usuario, supone una mejora en la velocidad de acceso, en el tiempo de latencia y en la disponibilidad de los datos.
En el internet de las cosas, la idea es que los objetos cotidianos estén conectados entre sí. Por lo tanto, entre los dispositivos candidatos a formar parte de una red de computación en la niebla, se pueden incluir también aquellos que utilizamos habitualmente, tales como tablets, teléfonos móviles o impresoras, incluso televisores y artículos del hogar incorporados al IoT.
Con información de El País