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La tecnología, la mejor arma para las ciudades inteligentes

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Cuando Mike Flowers llegó a Nueva York en 2009 no sabía que acabaría liderando la campaña para convertir la «Gran Manzana» en una metrópoli «inteligente». Cinco años después asegura que la tecnología es el mejor arma de los alcaldes para mejorar la vida en sus ciudades.

Abogado de 44 años curtido en influyentes bufetes legales de Washington y el Senado estadounidense, Flowers, que acaba de dejar su cargo en Nueva York y vive ahora en Washington, viajó a Bagdad en el 2005 para trabajar en el juicio contra Sadam Husein.

«Necesitábamos desplazar a testigos en momentos en los que Bagdad era terriblemente peligrosa y dependíamos de las Fuerzas Armadas para garantizar su seguridad», explicó a Efe Flowers.

Fue entonces cuando descubrió que el ejército usaba técnicas predictivas basadas en modelos informáticos para determinar dónde y cuándo era previsible que estallasen bombas.

«Cuando llegué a Nueva York pensé que podríamos utilizar ese método para solucionar cualquier problema, ya fuese la recogida de basura o auditorías fiscales», afirmó.

«Tengo que reconocer que no sabía lo que era una ciudad inteligente. Simplemente descubrí una forma de solucionar problemas y la puse en práctica», señaló.

Su primer cometido fue utilizar el análisis de datos para combatir el crimen fiscal y predecir infracciones antes de que fuesen demasiado peligrosas.

En 2011 su misión se amplió, cuando el ahora ya exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg le confió la tarea de utilizar el análisis de datos para mejorar la gestión de la ciudad.

ciudad inteligenteFlowers recurrió a Internet para contratar a un pequeño ejército de Sherlock Holmes digitales, jóvenes con enorme talento informático y estadístico a los que él se refiere como «los niños».

Unas cuantas computadoras tradicionales y herramientas básicas para el análisis de datos como Excel fueron suficientes para atar cabos sueltos.

En 2012, por ejemplo, detectaron sin levantarse de la silla qué restaurantes arrojaban aceite de cocinar al alcantarillado público.

El método tradicional habría sido enviar a unos cuantos inspectores a restaurantes en barrios con desagües atascados con la esperanza de encontrar a empleados «in fraganti».

Flowers y sus «chicos» optaron por otra vía: analizar los datos de una poco conocida agencia estatal sobre qué restaurantes tenían contratados servicios para la recogida de grasas de cocina. Al combinar esa información con datos geoestadísticos, fueron capaces de elaborar una lista de potenciales sospechosos. El índice de acierto resultó del 95%.

Otro de los casos que Flowers saca a colación es el de las viviendas inseguras. Nueva York solo tiene 200 inspectores para cubrir un millón de edificios. Antes de que Flowers y sus Sherlock Holmes se pusiesen manos a la obra, la ciudad atendía las quejas por orden cronológico.

«Es importante atender a esas quejas, pero ese no es un sistema muy preciso para predecir si una vivienda es realmente insegura», afirma Flowers, quien recuerda que en Nueva York son muchos los propietarios que dividen un apartamento en cinco para maximizar ganancias.

Lo que hicieron Flowers y su equipo fue cruzar los datos de las distintas agencias gubernamentales sobre los edificios de los que se registraban quejas y construir métricas que determinaron, por ejemplo, que si un edificio está atrasado en el pago de impuestos tiene más posibilidades de haber cometido infracciones.

Ese sistema, y no el de atender las quejas en orden cronológico, sirvió, para elaborar un algoritmo de riesgos, que ha sido capaz de detectar, con un acierto del 80%, cuáles son las viviendas inseguras.

Flowers no cree que la gestión basada en el análisis de datos sea la panacea universal. Todavía hace falta, dice, voluntad política y toma de decisiones pero, en su opinión, las ciudades que no estén recurriendo a esos recursos son simplemente «negligentes».

«Creo firmemente que este es el futuro del gobierno local», destacó Flowers, quien insiste en que vivimos «tiempos realmente interesantes» para pensar cómo involucrar a los ciudadanos de forma más eficaz mediante la tecnología y los datos.

«No estoy seguro de si los líderes (de las ciudades) están listos o no pero este movimiento se va a imponer con o sin su entendimiento», concluyó el experto, que impartirá clases sobre «informática urbana» en la Universidad de Nueva York.

EFE