Es un hecho que ya vivimos y convivimos en el mundo de la inteligencia artificial, donde tanto las empresas como los consumidores son cada vez más cognitivos.
No solo en mercadotecnia o servicio al cliente, en procesos de toda índole, en investigación y desarrollo, en redes de comunicación, etc., las organizaciones están diseñando estrategias para aprovechar las nuevas tecnologías y sumarse a los nuevos escenarios de competitividad y desarrollo.
El gran cambio hacia el negocio cognitivo no requiere de grandes inversiones y esfuerzos, sino más bien de un cambio cultural y una visión de futuro.
Es aquí donde se requieren las mayores inversiones de introspección, autocrítica y análisis para posicionar y dimensionar nuestros actuales modelos de negocio y su inserción o desplazamiento hacia modelos que respondan a un mundo digitalizado e inteligente.
El punto de partida es el compromiso y la decisión corporativa de definir estrategias con una orden de prioridades, identificando oportunidades limitantes que incluyan un equipo de personas suficientemente dotadas en procesos cognitivos e inteligencia artificial, para desarrollar aplicativos cuya principal misión y compromiso sea la experiencia del cliente o usuario final, en un entorno de calidad, rentabilidad y competitividad.