La gran aspiración de Facebook es ‘permitir que los usuarios establezcan comunidades y acerquen el mundo’, gracias a la posibilidad de conectarnos con amigos, parientes, compañeros y fortalecer así las relaciones individuales y comunitarias.
Si bien esta idea podría parecer un tanto ilusoria, nuestra naturaleza gregaria ha logrado que existan más de 2,000 millones de usuarios mensuales en Facebook, lo cual deja ver una necesidad real y latente de comunicación entre las personas.
De la misma manera que ocurre en las relaciones directas e interpersonales de la vida diaria, cuando las conversaciones discurren sana y productivamente, surge un componente disruptivo, lo que también ocurre en Facebook, donde se puede generar una dinámica simulada o abierta de contradicciones causadas por trivialidades, ostentación y exhibicionismos, apostolados, etc., que molesten e incluso llegan a un enfrentamiento que ponga en riesgo la relación; sin embargo, e irónicamente, la relación en Facebook no se rompe del todo, incluso podemos seguir sigilosamente al interlocutor para conocer y vigilar su comportamiento y reacciones, de las cuales, incluso, llegamos a disfrutar.
Facebook realizó una investigación donde estudió y entrevistó selectivamente a una red de más de 100 usuarios, en el cual se concluye que:
‘Una de las cosas más destacables fue el elevado número de personas que afirmaban que a menudo se sentían escandalizadas por lo que sus amigos colgaban. Las cosas consideradas ofensivas varían desde las opiniones políticas extremistas o expresadas de manera radical (racismo, homofobia, opiniones políticas, etc.) hasta compartir en exceso las rutinas personales diarias o los actos de autopromoción’.
Un caso, entre otros fue: ‘Le escribí a una amiga que mi niña de dos años ya contaba hasta 40 y se sabía el alfabeto en tres idiomas. Esto provocó que un contacto en Facebook escribiera de manera agresiva en su muro sobre los padres extremadamente competitivos que se pasan todo el tiempo presumiendo de sus hijos. Me dieron ganas de quitarla de la lista de amigos después de este incidente’.
Una razón que puede explicar por qué soportamos esto, es la conciencia de la diversidad específica que existe en las redes digitales entre las personas, ya que hay todo un mundo de perfiles y conductas diversas que conviven en un mismo espacio.
Cuando escribimos en Facebook no sabemos exactamente quién nos va a leer, pero sabemos que serán personas de muy diversas culturas, y valores y creencias, incluso contradictorias, en tanto que en la conversación cara a cara usamos diferentes estilos y contenidos personales según se trate del interlocutor, e incluso percibimos inmediatamente sus reacciones.
Como quiera que sea, ninguno de los participantes en el estudio declaró haber reducido el uso de Facebook a causa de la indignación que experimentaban. Debido a los vínculos que pueden establecerse en esta red social, a menudo los usuarios son incapaces de desligarse de aquellos a los que consideran molestos u ofensivos. En vez de esto, suelen hacer cambios discretos en los ajustes a la red para evitar que las opiniones que consideran ofensivas aparezcan en su canal, sin entrar en conflicto.
Con información de El País