El automóvil está siendo el gran receptor donde confluye la innovación de las plataformas y desarrollos tecnológicos, con múltiples dispositivos y aplicaciones que parecieran provenir de espacios fantásticos.
Desde un smartphone, el proyector despliega en el campo visual del conductor, datos de conducción en línea vía inalámbrica y mediante un complicado proceso óptico se envían mapas, velocidad, mensajes, información, llamadas, notas de redes sociales, etc., que parecieran flotar sobre el parabrisas. Mediante sistemas de reconocimiento de voz o el movimiento de la mano, los conductores acceden o terminan sus interacciones.
Navdy, DD Technologies y Way Ray son algunas de las firmas que están incursionando en estas tecnologías, que junto con la robótica, están alterando los hábitos y las conductas en las personas, e incluso la movilidad en las ciudades.
La gran controversia en este tema se concentra en el nivel de riesgo que implican soluciones como HUD (Head-Up Display) en la conducción de automóviles, al inducir al conductor a realizar múltiples tareas mentales de manera simultánea y que no están directamente relacionadas con el manejo del auto, donde el conductor realiza malabares que le restan concentración y capacidad para responder a situaciones o amenazas repentinas.
Ante esto, lo importante es dilucidar los niveles de riesgo y los beneficios que aportan los dispositivos HUD, para encontrar propuestas razonables, viables y que puedan ser validadas y autorizadas.
Finalmente los conductores lo harán a su manera, así que es importante reducir al mínimo la pérdida de concentración en la conducción y comportamientos arriesgados y compulsivos.
