En la localidad irlandesa de Greystones, al sur de Dublín, se ha generado un debate sobre el impacto de las nuevas tecnologías en los niños, lo que ha llevado a la comunidad a unirse para prohibir el acceso a teléfonos móviles a menores de 12 años en todo el municipio, no solo en las escuelas.
Esta iniciativa innovadora, que está ganando popularidad rápidamente en todo el país, tiene como objetivo reducir los niveles de ansiedad que los profesionales han detectado en los estudiantes, aliviando así la presión que sienten los padres al decidir cuándo darles un teléfono móvil.
Rachel Harper, directora de la escuela primaria San Patricio en Greystones y promotora de esta idea, explica que se basa en el proverbio que dice que ‘hace falta un pueblo para educar a un niño’.
Rachel y los otros siete directores de las escuelas de Greystones y la cercana Delgany han logrado que la mayoría de los padres se sumen a este programa voluntario, creando un impulso para convertirlo en ‘la nueva normalidad’ en la comunidad.
El objetivo es que los niños de Greystones y Delgany, al participar en actividades extracurriculares o salir a la playa los fines de semana, sientan que todos los niños de su edad son iguales y que nadie tiene un teléfono móvil. Según la directora, algunos niños le han expresado que esto es justo y que no hay exclusión.
Rachel Harper señala que existe presión de grupo entre los niños y hacia los padres, y cada vez más niños de nueve o diez años están pidiendo un teléfono móvil. Los padres no quieren que sus hijos se sientan excluidos o que se pierdan algo importante, pero ven esta iniciativa como algo justo.
La campaña ‘Hace falta un pueblo…’ está siendo liderada por la escuela, ya que a principios de año se detectaron niveles más altos de ansiedad en los niños debido no solo al impacto de la pandemia, sino también a las nuevas tecnologías.
La preocupación es que si un niño ya está ansioso y busca información con solo un clic, podría encontrarse con material violento o contenido inapropiado. También se ha observado que los niños de nueve, diez e incluso ocho años están cada vez más preocupados por su imagen corporal y cómo creen que deberían lucir, lo que indica que están creciendo más rápido y enfrentando cuestiones propias de la adolescencia a una edad más temprana.
Algunos niños de la comunidad, como Rachel Capatina de ocho años y Josh Webb de doce años, apoyan la idea de no tener un teléfono móvil hasta cierta edad. Rachel considera que es una buena idea para evitar el acoso entre los niños y protegerlos, mientras que Josh reconoce que al principio le pareció una regla extraña, pero luego comprendió que era una norma positiva para los niños de su edad, evitando que realicen actividades inapropiadas o estén expuestos a contenido no adecuado para ellos.