El director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, anunció que Sam Altman, junto con el expresidente de OpenAI, Greg Brockman, se unirán al gigante tecnológico para liderar un nuevo equipo de investigación en inteligencia artificial (IA).
La agitación en OpenAI puso de manifiesto una tensión fundamental en el desarrollo de la inteligencia artificial: la IA requiere tanto avances técnicos como una inversión significativa para funcionar de manera efectiva.
Esta combinación de progresos científicos y poder de cómputo fue beneficiosa para OpenAI hasta que se volvió volátil. Ilya Sutskever, el principal crítico de Altman, hizo el anuncio, lo que resultó ser una sorpresiva reprimenda para los inversionistas.
Sutskever, científico jefe de OpenAI, ha sido una figura clave en la evolución revolucionaria de la empresa. Con una reputación destacada en el campo desde sus investigaciones en la Universidad de Toronto, demostró que las redes neuronales podían sobresalir en tareas de visión por computadora.
Su artículo de 2012 sigue siendo un hito que condujo a la explosión de la tecnología moderna. A lo largo de su carrera, continuó logrando avances, primero en Google y luego como fundador de OpenAI.
No obstante, OpenAI no habría alcanzado el liderazgo en la industria sin los acuerdos que Sam Altman cerró con Microsoft, proporcionándoles acceso a miles de millones de dólares y una gran cantidad de recursos informáticos.
Altman, conocido por sus habilidades persuasivas en Silicon Valley, aplicó estas destrezas en OpenAI y demostró ser experto en el crecimiento y la gestión de la fuerza laboral de la empresa.
Sin embargo, las preocupaciones sobre el rápido desarrollo y comercialización de la tecnología finalmente llevaron a la desintegración de la startup.
Desde la perspectiva de Altman, se necesitaban recursos masivos para lograr la misión de la empresa, mientras que desde la junta, la rápida comercialización se percibía como riesgosa. La peor de las situaciones posibles: que la IA pudiera volverse tan perjudicial que intentara poner fin a la civilización humana.
Chris Shear, el nuevo director ejecutivo, comparte estas preocupaciones sobre el desarrollo desenfrenado de la IA. Ganó la confianza de los directores debido a su reconocimiento previo de las amenazas existenciales presentadas por la tecnología. En septiembre, Shear tuiteó que ‘apoya una desaceleración en el avance de la IA’.
Microsoft había cedido gran parte de su trabajo de inteligencia artificial de vanguardia a OpenAI, dándole a la startup acceso prioritario a la nube de Microsoft. En muchos aspectos, Nadella apostó el futuro de la IA de la empresa, no solo en OpenAI, sino también en Altman, con quien mantenía una relación estrecha.
En un comunicado anunciando la contratación de Altman, Nadella afirmó que la compañía sigue ‘comprometida con nuestra asociación con OpenAI y tiene confianza en nuestra hoja de ruta de productos’.
Dada la naturaleza filosófica y los riesgos asociados, una división en la startup era quizás inevitable. Lo que esto significa para el futuro de la IA aún es incierto.