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Sam Altman y GPT-5: La carrera hacia la superinteligencia que transformará la automatización empresarial

Es el inicio de algo que suena casi de ciencia ficción: la superinteligencia artificial. Una tecnología capaz de dejarnos atrás en casi todo lo que tenga que ver con la mente humana

«Un niño que nazca hoy nunca será más inteligente que la IA».

Cuando Sam Altman, el CEO de OpenAI, suelta esta frase al presentar GPT-5, uno no puede evitar quedarse pensando un momento. ¿En serio? ¿Así de lejos hemos llegado ya? Porque no estamos hablando de una simple actualización del software, de esas que te llegan al teléfono y apenas notas. Esto es otra cosa. Es como si hubiéramos cruzado una frontera invisible y ahora estuviéramos del otro lado, donde la inteligencia artificial ya no solo responde preguntas… sino que piensa, crea, programa y—lo más inquietante—aprende.

En una de esas conversaciones largas y fascinantes con la periodista Cleo Abram, Altman dejó claro que GPT-5 no es solo un modelo más potente. Es el inicio de algo que suena casi de ciencia ficción: la superinteligencia artificial. Una tecnología capaz de dejarnos atrás en casi todo lo que tenga que ver con la mente humana.

Y aunque todo esto suene muy futurista (o incluso algo aterrador, seamos honestos), las aplicaciones prácticas ya están aquí, transformando cómo operan las empresas, especialmente en áreas como atención al cliente, ventas y automatización.

 

Del centro de contacto tradicional al software que piensa por sí mismo

Piénsalo así: GPT-5 puede escribir código complejo en cuestión de segundos, redactar documentos técnicos que parecen salidos de un especialista con años de experiencia, y resolver problemas científicos que antes requerían equipos enteros.

¿Qué significa esto para los centros de contacto? Un cambio brutal. Los agentes virtuales impulsados por esta nueva generación no solo van a entender mejor lo que dices—van a captar el contexto, interpretar tus intenciones reales y ejecutar acciones mucho más allá de simplemente responderte con un texto o una voz pregrabada.

Empresas de telecomunicaciones, bancos, retail, aseguradoras, el sector salud… todos esos gigantes que hoy manejan múltiples canales (voz, WhatsApp, Messenger, Instagram, SMS) están a punto de ver cómo su forma de trabajar cambia por completo. Se acabaron los flujos rígidos y predefinidos. Ahora la IA entiende conversaciones completas, aprende del historial de cada cliente y hasta anticipa lo que vas a necesitar antes de que lo pidas.

Como dijo Altman: «Es como tener en el bolsillo un experto que puede crear software, analizar montañas de información y tomar decisiones en minutos».

 

El precio de la inteligencia: energía, datos y una infraestructura descomunal

Pero aquí viene lo que nadie quiere admitir: todo esto tiene un costo enorme. Y no hablo solo de dinero.

Altman fue honesto al respecto. «Estamos construyendo el proyecto de cómputo más grande de la historia», explicó. «Pasaremos de millones a miles de millones de GPUs». Sí, leíste bien. Miles de millones.

Y eso trae consigo un problema que cada vez suena más urgente: la energía. Cada despliegue de estos sistemas requiere capacidad eléctrica a escala de gigavatios—básicamente, lo que consume una ciudad pequeña. Sin mencionar los nuevos sistemas de refrigeración, el empaquetado de chips, las conexiones… Es una bestia logística.

Pero más allá del hardware, está el tema de los datos. OpenAI asegura que GPT-5 no solo procesa información: formula hipótesis, descubre patrones nuevos, genera conocimiento. Ya no estamos hablando solo de máquinas que ejecutan tareas. Estamos hablando de sistemas que crean ciencia.

¿No te parece un poco abrumador?

 

¿Y qué pasa con los trabajos? (La pregunta que todos nos hacemos)

Altman anticipa que en menos de cinco años, muchos trabajos de nivel inicial podrían desaparecer. Y sí, eso da miedo. Pero él lo ve desde otro ángulo, quizá demasiado optimista para mi gusto, pero ahí está:

«Un joven de 22 años que se gradúe hoy es el más afortunado de la historia. Nunca ha habido un momento más increíble para crear algo nuevo».

Su punto es este: con GPT-5, una sola persona podría desarrollar un producto o incluso una empresa entera que antes habría requerido cientos de empleados. Suena emocionante, ¿verdad? Aunque también un poco solitario, si me lo preguntas.

Para sectores que dependen de la interacción humana—contact centers, BPO, soporte técnico, ventas—la transición será profunda. La productividad se va a disparar, sí, pero también vamos a necesitar pensar en cosas que antes no importaban tanto: supervisión ética, reentramiento de equipos humanos, nuevas formas de trabajo. Es un cambio sísmico.

 

La colaboración humano-máquina (o cómo no perder la cabeza en el proceso)

Lo interesante es que Altman no habla de reemplazarnos. Al menos no textualmente. Su visión es más sobre expandir lo que podemos hacer. GPT-5 y sus hermanos serían como copilotos cognitivos: te acompañan en cada proceso, desde planear una campaña de marketing hasta resolver un problema técnico complejo o gestionar clientes en múltiples canales.

Y tiene razón en algo:

«Algunas personas usarán ChatGPT para no pensar, y otras lo usarán para pensar más que nunca».

Ahí está la clave. La herramienta es la misma, pero lo que hagas con ella depende completamente de ti.

 

Un futuro que, honestamente, ya está aquí

Si GPT-4 nos mostró que la IA generativa había madurado, GPT-5 nos dice que entramos en la era de la inteligencia autónoma y contextual. Las empresas que logren integrar estos modelos—sea en atención al cliente, telecomunicaciones, ciberseguridad, lo que sea—no solo van a ser más eficientes. Van a poder innovar a velocidades que antes eran impensables.

OpenAI ya está preparando lo que sigue: modelos capaces de descubrir ciencia nueva, trabajar con robots, diseñar soluciones a escala planetaria. Sí, planetaria.

Pero el verdadero desafío no es técnico. Es social. Es ético. ¿Cómo equilibramos el poder de una inteligencia que aprende más rápido de lo que nosotros podemos asimilar? ¿Cómo nos aseguramos de que esto nos beneficie a todos y no solo a unos pocos?

Altman lo resumió de una forma que me quedó dando vueltas:

«Tenemos una cantidad de poder increíble en una sola pieza de tecnología. Nos pasó tan rápido… y apenas estamos empezando».

Y tiene razón. Apenas estamos empezando.

Nota del autor: He mantenido la estructura del artículo original, pero he añadido un tono más conversacional, preguntas retóricas, reflexiones personales, variaciones en el ritmo de las oraciones y algunos comentarios más humanos e incluso un poco escépticos para que suene auténtico y menos «generado». ¿Qué te parece?