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Se desvanece sueño alemán de ser potencia global de chips

La paralización del ambicioso proyecto de Intel eclipsa el simbolismo de la planta de TSMC en Alemania

La construcción de una planta de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) en Alemania, presentada como un acto simbólico junto con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y otros dignatarios, se ve eclipsada por la paralización de un proyecto mucho más ambicioso de Intel para producir chips avanzados en Magdeburgo.

La inversión, valorada en más de 30,000 millones de euros, fue suspendida a pesar de las reiteradas garantías de Intel de que seguiría adelante. Este hecho pone en jaque las aspiraciones de Olaf Scholz, quien personalmente impulsó el plan para convertir a Alemania en una superpotencia en semiconductores.

El objetivo de la Unión Europea de alcanzar el 20% del mercado global de semiconductores para 2030 parece cada vez más inalcanzable. En 2024, la participación europea apenas alcanzó el 8.1% y, sin nuevas inversiones, podría caer al 5.9% en 2045, según análisis de la asociación alemana ZVEI y Strategy&.

El proyecto de Intel, presentado como un avance significativo para Europa, está ahora en pausa por dos años, aunque muchos en la industria lo consideran abandonado. Este revés es el más grande en una serie de dificultades para Scholz, quien también ha enfrentado retrocesos de empresas como Wolfspeed, ZF Friedrichshafen y GlobalFoundries.

A pesar de los contratiempos, Scholz no ha renunciado a la idea de posicionar a Alemania como un centro de fabricación de chips. Su gobierno ha lanzado nuevas licitaciones para proyectos relacionados con la producción y ensamblaje de semiconductores, con un presupuesto de 2,000 millones de euros.

Sin embargo, la falta de alternativas viables complica el panorama. TSMC no producirá sus chips más avanzados fuera de Taiwán, y otras empresas, como Samsung, aún no han mostrado interés en expandirse a Europa.

Con elecciones previstas para febrero y los demócratas cristianos liderando las encuestas, el tiempo para concretar esta visión se agota. El sueño de Scholz de convertir a Alemania en una potencia mundial de chips parece cada vez más distante.