La anunciada venta de la división de teléfonos móviles de Nokia al gigante tecnológico Microsoft puede convertirse en un negocio redondo, al menos para el ex consejero delegado del grupo finlandés, Stephen Elop, quien recibirá 18.8 millones de euros (unos 25.4 millones de dólares) si finalmente se cierra la operación.
Nokia anunció el pasado 3 de septiembre su intención de vender a Microsoft su unidad de Dispositivos y Servicios por 3,790 millones de euros (5,000 millones de dólares) y de licenciar sus patentes durante diez años por otros 1,650 millones (2,180 millones de dólares), aunque algunos detalles del trato se mantuvieron en secreto.
Según un acuerdo confidencial, el consejero delegado de Nokia ingresará 4.2 millones de euros (5.7 millones de dólares) en efectivo y 14.6 millones de euros (19.7 millones de dólares) más en acciones de la compañía cuando se haga oficial la transacción, previsiblemente durante la asamblea general de accionistas que se celebrará el próximo 19 de noviembre.
Este acuerdo, anunciado discretamente en la página 32 de la documentación preparatoria de la junta de accionistas, establece que Microsoft se hará cargo del 70% de esa cantidad, mientras que Nokia abonará el 30% restante.
Esta compensación millonaria ha terminado de despertar las suspicacias de una nación de por sí confiada, que ya no ve la venta de uno de sus símbolos nacionales como la mejor solución para una empresa en crisis, sino como una operación planificada desde hace varios años.
El ministro finlandés de Trabajo, Lauri Ihalainen, reconoció al principal diario del país, Helsingin Sanomat, que la elevada cantidad que percibirá Elop, exdirectivo de Microsoft, por cerrar la venta de la división de móviles de Nokia «refuerza la sospecha de cuál era su verdadera misión al hacerse cargo de la compañía».
Muchos finlandeses se preguntan también qué méritos ha hecho Elop realmente para merecer esa compensación millonaria, equivalente a unos 16,000 euros (o 22 mil dólares) por día trabajado, teniendo en cuenta la evolución de la compañía desde su llegada hace exactamente tres años.
En este tiempo, el antiguo gigante tecnológico ha perdido el 38% de su valor bursátil, ha reducido su plantilla en 42,000 personas, su cuota de mercado se ha desplomado y se ha deshecho de gran parte de sus activos, incluida su lujosa sede de Espoo, a las afueras de Helsinki.
Justo antes de fichar a Elop, por entonces responsable de la División Empresarial de Microsoft, Nokia fabricaba uno de cada tres teléfonos móviles y cerca del 40% de los smartphones que se vendían en el mundo, más que sus tres principales rivales juntos.
No obstante, la aparición del iPhone de Apple tres años antes y la creciente popularidad del sistema operativo Android de Google, unido a su propia incapacidad para renovarse en una industria en constante evolución, le hacían perder cuota de mercado a gran velocidad.
La solución para frenar la sangría fue drástica y, según muchos analistas, demasiado arriesgada: apostar todo a una carta renunciando a sus propios sistemas operativos (Symbian y MeeGo) para adoptar el Windows Phone de Microsoft.
La justificación que Elop dio entonces fue que Symbian se había quedado obsoleto, lo cual era cierto, y que MeeGo, desarrollado en cooperación con Intel, no ofrecía las mismas posibilidades que Windows Phone como plataforma móvil.
Sin embargo, uno de los smartphones de Nokia que mejor acogida tuvo entre los consumidores fue el N9, el primer y único dispositivo inteligente equipado con MeeGo.
Elop descartó también adoptar el sistema Android «para poder diferenciarse de los competidores», lo cual dejó vía libre a la compañía surcoreana Samsung en su camino hacia el liderazgo mundial de los teléfonos inteligentes.
La constante caída de las ventas de Nokia se tradujo en pérdidas millonarias. Sólo en 2012, el gigante finlandés tuvo una pérdida neta atribuida de 3,106 millones de euros (4,200 millones de dólares), un 166% más que el año anterior.
Los malos resultados y las peores perspectivas de negocio allanaron el camino para que los directivos de Nokia dieran su visto bueno a la venta de la división de móviles a Microsoft. Según los más suspicaces, Elop hizo bien su trabajo.
Queda por ver si Nokia es capaz de recuperar su rentabilidad con sus negocios restantes (redes de telecomunicación, servicios de localización y patentes) una vez se cierre la operación, y si Microsoft consigue por si sola levantar cabeza en el competitivo mundo de la telefonía móvil.
EFE