T-Mobile, el proveedor de servicios inalámbricos de más rápido crecimiento en Estados Unidos, ha estado trabajando durante años para deshacerse de su imagen de servicio de descuento en el que obtiene lo que paga.
Pero la revelación de que la seguridad laxa permitió a un pirata informático infiltrarse y potencialmente vender datos de unos 50 millones de clientes de T-Mobile, es solo el incidente más reciente en las últimas semanas que puede dañar una reputación muy reñida como proveedor telefónico.
Los ciberataques pueden ocurrir a cualquier empresa, sin embargo esta no es una empresa cualquiera: es la red de datos que lidera en Estados Unidos.
5G, la próxima generación de servicios inalámbricos, se considera de interés para la seguridad nacional y una cuestión de competitividad tecnológica mundial. Por lo tanto, importa quién lidera y cómo protege ese poder sobre los datos del usuario.
T-Mobile enfrenta también un escrutinio por recientes movimientos potencialmente anticompetitivos que se derivan de su controvertida adquisición de Sprint el año pasado.
El acuerdo con Sprint fue el desarrollo clave que permitió a T-Mobile avanzar en el espectro 5G. Esta transacción no habría sido posible sin el apoyo de la administración Trump y las promesas aparentemente hechas mientras los ejecutivos cruzaban los dedos.
La fusión implicó que T-Mobile se hiciera cargo de su único rival nacional más pequeño que quedaba, una alianza que los reguladores determinaron previamente que estaba prohibida, dada la claridad con la que violaría las leyes antimonopolio.
Eso fue hasta que el presidente Trump puso a alguien para ir a cargo de la Comisión Federal de comunicaciones e instaló a Ajit Pai a cargo de la Comisión Federal de Telecomunicaciones e instaló a Makan Delrahim para dirigir la división antimonio del Departamento de Justicia.
Permitieron el trato con una concesión endeble que requería que T-Mobile desinvirtiera en Boost, el servicio de prepago de Sprint para los estadounidenses de bajos ingresos. De este modo, Boost se vendió al aspirante a proveedor de servicios inalámbricos Dish Network, que se convirtió en el eje de la fusión de T-Mobile-Sprint.
Todo esto en conjunto no es una buena experiencia para una empresa que quiere desbancar a Verizon como la mejor red percibida y la más adecuada para liderar la carga en 5G.
Es posible que los clientes no presten atención a las minucias de una tregua regulatoria que salió mal, pero si alguna vez estuvieron indecisos de cambiar a T-Mobile por sus precios más bajos, la noticia del ciberataque y el hacker que se jacta de cómo lo hizo, podría influir en su opinión.
Después de años de comentarios mezquinos en las redes sociales por parte de T-Mobile y su exdirector ejecutivo John Legere, Verizon y AT&T tienen ahora una clara oportunidad para responder.