Los seguidores de Elon Musk, conocidos por su lealtad a Tesla, están reconsiderando su apoyo ante la fuerte caída de las acciones de la compañía automotriz. Incluso los inversionistas a largo plazo están comenzando a retirarse.
El repliegue en torno a la empresa de vehículos eléctricos de Musk, que ha sido la de peor desempeño en el índice S&P 500 este año, ha sido tan pronunciado que el lunes por la noche el presidente Donald Trump intervino, asegurando que compraría un Tesla para respaldar al multimillonario.
Sin embargo, los seguidores de Musk se muestran cautelosos, temiendo que la caída aún no haya tocado fondo.
Las acciones han bajado un 52% desde el máximo histórico alcanzado a mediados de diciembre, revocando todas las ganancias obtenidas después de las elecciones, cuando los inversionistas apostaban a que Tesla se beneficiaría de la cercanía con el nuevo presidente.
El problema para los inversionistas es que no se esperan eventos cercanos que puedan mejorar el panorama.
No se anticipan actualizaciones sobre el sistema de conducción totalmente autónoma de Tesla ni sobre su robotaxi en el corto plazo.
Además, la creciente atención de Musk al Departamento de Eficiencia Gubernamental ha generado dudas sobre su capacidad para dirigir la empresa. En muchas regiones, la implicación de Musk en la política internacional se percibe como un factor negativo para la imagen de la compañía.
