Un grupo de científicos estadounidenses creó un robot flexible que es capaz de navegar por laberintos y entornos complejos sin depender de la intervención humana ni de la asistencia de software.
En una etapa anterior, habían desarrollado un bio-robot que podía moverse en una pista con obstáculos simples, pero tenía dificultades para cambiar de dirección a menos que se encontrara con un obstáculo, lo que ocasionalmente resultaba en que quedara atrapado entre obstáculos paralelos.
Jie Yin, un ingeniero de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y coautor del proyecto, explicó que ahora han mejorado este prototipo y creado un nuevo robot flexible que tiene la capacidad de girar por sí mismo, permitiéndole avanzar por laberintos sinuosos e incluso esquivar obstáculos móviles. Lo más destacado es que este robot actúa con una inteligencia física inherente, sin depender de una computadora.
En lugar de utilizar la programación informática convencional o la guía humana, la robótica flexible se basa en la combinación de la robótica tradicional con el uso de materiales flexibles e inteligentes, inspirados en la naturaleza. El comportamiento de estos robots está determinado por los materiales de los que están hechos y su diseño estructural.
Este nuevo robot está construido con elastómeros de cristal líquido en forma de cinta. Cuando se coloca sobre una superficie que tiene al menos 55 grados Celsius (más caliente que el aire ambiente), la parte de la cinta que toca la superficie se contrae, mientras que la parte expuesta al aire no lo hace. Esto provoca un movimiento de rodadura, y la velocidad de desplazamiento del robot aumenta a medida que la superficie está más caliente.
Sin embargo, a diferencia de la versión anterior del robot, que tenía un diseño simétrico, el nuevo robot es asimétrico, con dos mitades distintas: una mitad con forma de cinta retorcida que se extiende en línea recta, y otra mitad con forma de cinta más retorcida que se retuerce sobre sí misma como una escalera de caracol.
Este diseño asimétrico hace que un extremo del robot aplique más fuerza sobre el suelo que el otro, lo que le permite girar sin necesidad de entrar en contacto con un objeto. Esto le permite moverse en arcos y liberarse en situaciones donde podría quedar atrapado.
Los investigadores demostraron la capacidad del robot con diseño asimétrico para recorrer laberintos más complejos, incluyendo aquellos con paredes móviles, y para pasar por espacios más estrechos que su propio tamaño. Realizaron pruebas tanto en superficies metálicas como en arena para validar su funcionamiento.
Este avance representa un paso significativo en la creación de robots flexibles y puede tener aplicaciones en situaciones donde los robots puedan aprovechar la energía térmica de su entorno.