Si bien se estima que la banda ancha se incremente entre 16 y 18% en 2012 en América Latina, aún tenemos un importante rezago con respecto a países desarrollados, ya que su penetración de banda ancha en promedio es de 30 líneas por cada 100 habitantes, en tanto que en nuestros países se alcanza sólo un tercio de esta cantidad.
La disponibilidad y acceso a las comunicaciones en banda ancha tienen un impacto directo en la conectividad que logran las organizaciones públicas y privadas, especialmente las PyMES, que necesitan elevar su capacidad competitiva, su funcionalidad operativa y su rentabilidad.
Pero no solo en la microeconomía: hablando de cifras macro, se estima que un aumento del 10% en la penetración de banda ancha provocaría un incremento del 3.2% del PIB y un aumento en la productividad de 2.6 puntos porcentuales.
La necesidad de mejorar la conectividad sigue siendo un tema reiterativo en México desde hace muchos años. Sin embargo, los múltiples intereses de diversa índole, todos ellos con una visión y un alcance limitado, no permiten lograr un acuerdo nacional que permita al país aprovechar todo su potencial de crecimiento y progreso. La retórica y la diatriba son el escenario de nuestros países; el rezago y la pérdida de oportunidades es el libreto, y la población es la que no entiende ni acepta un suspenso interminable.