Por Gabriel Rodríguez *
Los temas de colaboración, movilidad y comunicaciones unificadas tienen ya mucho tiempo entre nosotros. Sin embargo, es en estos años recientes cuando están tomando su merecida relevancia. La cantidad, calidad y ubicuidad de las redes de datos y las soluciones de movilidad y colaboración, han evolucionado lo suficiente como para ahora sí, propiciar una adopción acelerada en las empresas y hacer tangibles, finalmente, sus beneficios.
Hacia el año 2000 había ya aplicaciones de movilidad como softphones, ‘One number’, y mensajería unificada que suponían un incremento en la productividad de las personas. Sin embargo, su desempeño y usabilidad (de las aplicaciones) estaban atados a dos elementos aún limitados en aquel entonces: las redes de datos y los sistemas operativos.
La infraestructura y los estándares usados en los ‘campus’, en los sitios públicos y en las redes celulares, así como su cobertura, hacían que estas aplicaciones no fueran always on, ocasionaban cierta inestabilidad o una aparente falta de calidad en el audio y video que impedían su adopción amplia y acelerada. Los sistemas operativos limitaban la cantidad de dispositivos en donde se podían correr dichas aplicaciones: PCs, laptops, y con el tiempo uno que otro teléfono celular.
Básicamente teníamos ‘movilidad’, pero ‘fija al escritorio’, que realmente no permitía que las personas ni las empresas las pudieran palpar como un medio real para para incrementar su productividad. Las inversiones en infraestructura de aquel entonces estaban basadas en el retorno de la inversión por reducciones de gastos, básicamente por largas distancias y simplificación de cableados y movimientos administrativos.
En años recientes, la tecnología ha evolucionado a un ritmo bárbaro y ha abierto la puerta a la colaboración total, ahora sí, en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier dispositivo. Ya existen esquemas y estándares en redes, por ejemplo, inalámbricas –redes Wi-Fi– que habilitan la ‘calidad de servicio’ y permiten tener movilidad en el campus y en las ciudades, manteniendo siempre un nivel mínimo esperado de servicio; los hot spots han proliferado de manera exponencial: cafés, aeropuertos, hoteles, etc.: no conectarse no es pretexto.
De igual forma, el incremento masivo en los anchos de banda que llegan hasta los negocios o nuestras casas a través de tecnologías xDSL o de fibra óptica, o bien al escritorio con tecnologías Giga, aumentan las posibilidades de tener muchas más soluciones de movilidad y de colaboración.
Un punto adicional y fundamental es que ahora contamos con una gran variedad de dispositivos en donde es posible cargar un cliente de movilidad, video o colaboración, con básicamente cualquier sistema operativo: Android, MacOS, Windows, iOS, todos habilitando interfaces gráficas amigables. Son los teléfonos inteligentes o tabletas, de los cuales no necesitamos hablar de la exponencial tasa de adopción entre los usuarios del mundo, que son mucho más versátiles y cuya alta capacidad no teníamos ni siquiera hace cinco años.
Bring Your Own Device (BYOD) es ahora el lema de las compañías: permitir que las personas usen el dispositivo de su preferencia y de su propiedad, y habilitarlos con las aplicaciones de movilidad que la empresa necesita.
La evolución de las redes de telefónicas celulares de 3G (y pronto las 4G) abre paso a la transferencia no solo de voz sobre IP, sino de video también. Hace ocho años soñábamos poder transmitir una llamada telefónica a través de una red de datos celular, y actualmente los dispositivos inteligentes vinieron a cerrar ese primer ciclo de maduración de la tecnología de comunicación, donde todas las personas ya tienen ese tipo de movilidad donde quiera que estén.
Pero no olvidemos que esto es tan sólo la punta del iceberg de nuestro amor por la movilidad y la colaboración real, de la ubicuidad de las comunicaciones, en las cuales ha desempeñado un papel crucial el protocolo SIP (Session Initiation Protocol), que por cierto Avaya impulsó desde sus laboratorios y diversos foros hace varios años. SIP permite, entre otras cosas, habilitar a casi cualquier dispositivo con comunicaciones unificadas, colaboración y video, al conectarlo fácilmente a una granja de aplicativos que pueden estar ubicadas en cualquier parte del mundo. ¿Seguridad? Con SIP es cosa del pasado tener un cliente VPN y ‘lanzarlo’ antes de abrir una sesión de video multipartita. Ahora en una tableta basta con lanzar la aplicación con la yema del dedo para tener una videoconferencia de alta definición con múltiples participantes en cualquier parte del mundo.
Hoy sí es posible hacer inversiones de infraestructura pensando no solo en ahorros de larga distancia, sino en el retorno que pueden traer ventajas competitivas. Ahora sí es posible medir el valor tangible de una fuerza de trabajo realmente móvil y global, atendiendo a los clientes en el lugar donde lo necesitan, siempre conectados con los expertos para resolver sus problemáticas y atender sus necesidades al instante, lo cual los mantendrá satisfechos y en sus empresas por más tiempo. Eso sí, me parece, es nuestro verdadero amor por la movilidad.
* Director Comercial de Avaya México